19 julio, 2013

San Pedro de Abanto IV. 26 de Marzo. Segundo día de lucha.


“Amaneció con espesa niebla, que inundaba todo el ancho valle de Somorrostro, y á pesar de esto, el fuego de artillería dio principio á las cinco de la mañana. Desvanecióse luego la niebla, y se generalizó al punto el ataque. Como en el día anterior, Primo de Rivera avanzaba por la derecha y Loma por el centro, y los dos bizarros generales hallaban cada vez más seria resistencia en las altas y fuertes posiciones que ocupaban los carlistas, defendiéndolas rudamente; pero nuestro cañoneo no cesaba un momento en su obra de destrucción, y los bravos cazadores se arrojaban como leones sobre las trincheras de aquéllos, tomándolas una á una.” Así describe la revista La Ilustración Española y Americana, en su edición del 8 de abril, el inicio del segundo día de lucha.

Combate de Somorrostro. 26 de marzo de 1874.
 
Cuerpo de Estado Mayor del EjércitoPublicado por el Depósito de la Guerra

A las seis y treinta y cinco minutos de la mañana, el jefe del Ejército le mandaba desde Somorrostro el siguiente mensaje al Ministro de Guerra: “A las cinco de la mañana se ha roto el fuego en toda la línea, y por el mar la escuadra. He ordenado  avance el centro hacia San Pedro de Abanto; la derecha en movimiento envolvente”


Bombardeo de las fragatas a las posiciones enemigas.
El Mariscal Primo de Rivera dejó dos batallones para proteger el caserío de Cortes, donde había pernoctado mi tatarabuelo Antonio y la Segunda División un poco más arriba, para defender un posible ataque desde las cimas que no habían logrado tomar la tarde anterior. Debían continuar avanzando por la derecha del frente junto al cordal de las montañas, pero la enconada resistencia carlista acabó de desesperar a media mañana al impaciente Mariscal, que decidió realizar un avance oblicuo por la ladera que recorría la línea del ferrocarril minero en dirección al centro de la batalla como nos cuenta en el volumen 5 de Los Anales desde 1843 hasta la conclusión de la última Guerra Civil donde podemos conocer más detalles de la jornada: “Catorce horas duró aquel rudo bregar, sin conseguir ventaja decisiva ninguno de los combatientes. La derecha liberal no logró su objeto de envolver la izquierda enemiga. En el centro fue la lucha más reñida. Loma ocupó las Carreras; Letona, desde San Martín, se puso en contacto con Loma; y Primo de Rivera, en vez de seguir su plan, que era coger de revés los atrincheramientos carlistas, se colocó al pie de las fortificaciones, haciendo lo contrario de cuanto Serrano le ordenara. Esto dio lugar a que resultara agrupado el ejército en torno de Loma, y como acuñado y envuelto por las trincheras enemigas, no quedándoles a los liberales otro recurso que asaltar de frente los atrincheramientos, lo cual costó numerosas bajas, aunque no tantas como las del día anterior. Añádase a esto la obstinación en apoderarse del pueblo de Pucheta, que costó tres cargas a la bayoneta y la vida a buen número de oficiales y soldados, para ser por último abandonado por no responder su ocupación a ningún fin estratégico.”
España guerra carlista. El cuartel general del mariscal Serrano en Somorrostro.
Dibujo de José Luis Pellicer para La Ilustración Española y Americana. Edición del día 15 de marzo de 1874.

El Tomo II de Los Anales de la Guerra Civil (España desde 1868 a 1876) de Nicolás María Serrano ofrece más detalles: “La división de Primo de Rivera avanzó el 26 hasta Pucheta, pequeño arrabal de unas 30 casas, situado a medio kilómetro de San Pedro Abanto. Los carlistas, que establecieron su principal línea de defensa desde Montaño a Abanto de Suso, habían rechazado todos los ataques por aquel lado. Para atacarles era preciso combatir a cuerpo descubierto, mientras que los carlistas se defendían parapetados en sus trincheras. Sin embargo, los republicanos se portaron bravamente, siendo mortalmente heridos gran número de sus oficiales. Cerca de Pucheta encontróse un coronel tendido, con el brazo levantado, como si todavía quisiese dar a sus soldados, después de muerto, la señal de ataque.”

Una vez más Primo de Rivera, que había sido el principal artífice de la estrategia, no pudo llevarla a cabo y no consiguió envolver el ala izquierda del ejército carlista. Podemos continuar el relato a través de la crónica que apareció en La Ilustración Española y Americana, en su edición de 8 de abril: “Hacia el mediodía, el fuego disminuyó en la derecha, y algunas fuerzas se corrieron al centro, donde se hizo más rudo el combate, avanzando impávidas sobre el barrio de Pucheta. En esta jornada, que fue sangrienta, experimentaron sensibles perdidas los batallones de las Navas, Estella e infantería de Marina, y el teniente coronel del primero cayó herido al dirigir una carga a la bayoneta para tomar una casa aspillerada que defendían los carlistas con empeño.”

Batallón de Cazadores de Las Navas (2º Cuerpo. Primo de Rivera) se adueña del pueblo de Putxeta. Dibujos de M. Ferdinandus, basados en el boceto de M. Dick

Y continúa: “Al caer la tarde, nuestras tropas se aseguraban en las posiciones conquistadas, y cuando cerró la noche avanzaron nuevamente las baterías para preparar el sangriento combate que debía librarse en el siguiente día.”


A las siete y treinta y un minutos de la noche, el jefe del Ejército volvía a mandar desde Somorrostro un mensaje al Ministro de Guerra, en este caso contándole noticias muy diferentes a las que pensaba: “Desistí de apoderarme hoy de San Pedro Abanto hasta completar el movimiento de la derecha, pues el enemigo acumuló grandes fuerzas en las trincheras del centro. He avanzado á la primera línea ocho piezas Krupp, dos Plasencia y cuatro de de diez centímetros, más cuatro de á doce en la mitad del camino Las Carreras. Conservo todas las posiciones conquistadas y al amanecer de mañana continuaré  este laborioso y decidido ataque. Nuestras pérdidas en el día de hoy, después de trece horas de fuego incesante, han consistido en un oficial y once de tropa muertos, y cinco oficiales y ciento setenta de tropa heridos. El total de las de ayer fue de dos oficiales y treinta y tres de tropa muertos, y cuatro jefes y treinta y cinco oficiales, dos médicos y cuatrocientos diez y siete de tropa heridos”

Vista de las posiciones carlistas, tomada desde las avanzadas del ejército en Putxeta. Dibujo de José Luis Pellicer para La Ilustración Española y Americana. Edición del día 30 de abril de 1874.

Según cuentan las crónicas, durante ese día más de diez mil fusiles y treinta cañones no cesaron de disparar. La expresión la tomó prestada, de forma literal, Unamuno en su Paz en la Guerra, donde además añadió: "Los llevaron encima de Pucheta, donde, desde un foso, hacían fuego a los liberales, que intentaron en vano tomarla por tres veces, rechazados las tres a la bayoneta. Al acometer hacíanlo con la ceguera del toro, que, al embestir, bajando la cabeza, mira al suelo. Los pobres quintos nacionales caían como la mies dorada en sus llanuras. Mordían el polvo acribillados a tiros, y algunos escupían el alma, suspirando unos, otros maldiciendo. Acometían con los dientes apretados y los ojos fijos, dispuestos a hundir el hierro en la carne caliente y, sin conseguirlo, puesto que el enemigo no esperaba el choque, caían como fardos. Había quien, leñador allá en su tierra, se sentía desasosegado al correr blandiendo la bayoneta con el fusil en ristre, inquieto ante la comezón de enarbolarlo a guisa de hacha. Arrancados de sus hogares –lugares vivos- de sus parientes, de su mundo, lleváronlos a morir allí, hijos también de padre, sin que jamás, tal vez, hubieran oído nombrar los unos la humilde aldea de los otros. Al morir los pobres se apagaban sus recuerdos, la visión de su serena campiña y de su cielo, sus amores, sus esperanzas, su mundo; el mundo todo se les desvanecía; al morir ellos, morían mundos, mundos enteros y morían sin haberse conocido.”

Avanzadas de las tropas en las posiciones conquistadas el 26 de marzo
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José Luis Pellicer. La Ilustración Española y Americana. Edición del día 22 de abril de 1874.

En la confusión de la batalla se pierde el rastro del Regimiento de Zamora en las diferentes publicaciones consultadas. Por ciertas informaciones que indicaban la presencia de soldados del Regimiento, pensé que Antonio López Martin acompañó en retaguardia a las tropas de Primo de Ribera, siendo testigo cercano de lo que acontecía, pero recientemente me ha llegado a través de la Biblioteca de Ministerio del Ejército, información más detallada. Los dos batallones de Zamora fueron recibieron la orden de mantenerse en el caserío de Cortes que habían conquistado la tarde anterior, hasta que a media mañana fueron evacuados del lugar porque estaban expuestos al fuego de la infantería carlista que durante la noche había fijado unos cañones en las cimas cercanas. Se posicionaron en unas trincheras mas cercanas al centro de la batalla desde donde sostuvieron tiroteos con los carlistas, cuya trinchera estaba a unos cuatrocientos metros.

2 comentarios:

  1. Se me pone la carne de gallina. El ataque fue por mar y por tierra. NO sabia que tambien se ataco por el mar, claro estaba tan cerca. Los carlistas no tenian barcos?
    Bueno ya solo falta el tercer dia de la batalla, no nos dejes en ascuas.

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  2. Desde el mar la flota liberal se limitó a bombardear el Montaño, que estaba cerca de la costa, pero creo que su intervención apenas tuvo efectos en la batalla. El ejército carlista creo que no tenía barcos y su artillería era muy inferior a la del bando enemigo. Por contra, solían tener mejor conocimiento del terreno y, en mucho casos, una posición defensiva desde las alturas,

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