“Amaneció
con espesa niebla, que inundaba todo el ancho valle de Somorrostro, y á pesar
de esto, el fuego de artillería dio principio á las cinco de la mañana. Desvanecióse
luego la niebla, y se generalizó al punto el ataque. Como en el día anterior,
Primo de Rivera avanzaba por la derecha y Loma por el centro, y los dos
bizarros generales hallaban cada vez más seria resistencia en las altas y
fuertes posiciones que ocupaban los carlistas, defendiéndolas rudamente; pero
nuestro cañoneo no cesaba un momento en su obra de destrucción, y los bravos
cazadores se arrojaban como leones sobre las trincheras de aquéllos, tomándolas
una á una.” Así describe la revista La Ilustración
Española y Americana, en su edición del 8 de abril, el inicio del segundo día
de lucha.
Combate de Somorrostro. 26 de marzo de 1874. Cuerpo de Estado Mayor del Ejército. Publicado por el Depósito de la Guerra |
A las seis y treinta y cinco
minutos de la mañana, el jefe del Ejército le mandaba desde Somorrostro el
siguiente mensaje al Ministro de Guerra: “A las cinco de la mañana se ha roto
el fuego en toda la línea, y por el mar la escuadra. He ordenado avance el centro hacia San Pedro de Abanto;
la derecha en movimiento envolvente”
Bombardeo de las fragatas a las posiciones enemigas. |
El Mariscal Primo de Rivera dejó
dos batallones para proteger el caserío de Cortes, donde había pernoctado mi
tatarabuelo Antonio y la Segunda División un poco más arriba, para defender un
posible ataque desde las cimas que no habían logrado tomar la tarde anterior. Debían continuar avanzando por la
derecha del frente junto al cordal de las montañas, pero la enconada
resistencia carlista acabó de desesperar a media mañana al impaciente Mariscal,
que decidió realizar un avance oblicuo por la ladera que recorría la línea del
ferrocarril minero en dirección al centro de la batalla como nos cuenta en el
volumen 5 de Los Anales desde 1843 hasta
la conclusión de la última Guerra Civil donde podemos conocer más detalles de la
jornada: “Catorce horas duró aquel rudo
bregar, sin conseguir ventaja decisiva ninguno de los combatientes. La derecha
liberal no logró su objeto de envolver la izquierda enemiga. En el centro fue
la lucha más reñida. Loma ocupó las Carreras; Letona, desde San Martín, se puso
en contacto con Loma; y Primo de Rivera, en vez de seguir su plan, que era
coger de revés los atrincheramientos carlistas, se colocó al pie de las
fortificaciones, haciendo lo contrario de cuanto Serrano le ordenara. Esto dio
lugar a que resultara agrupado el ejército en torno de Loma, y como acuñado y
envuelto por las trincheras enemigas, no quedándoles a los liberales otro
recurso que asaltar de frente los atrincheramientos, lo cual costó numerosas
bajas, aunque no tantas como las del día anterior. Añádase a esto la
obstinación en apoderarse del pueblo de Pucheta, que costó tres cargas a la
bayoneta y la vida a buen número de oficiales y soldados, para ser por último
abandonado por no responder su ocupación a ningún fin estratégico.”
España guerra carlista. El cuartel general del mariscal Serrano en Somorrostro. Dibujo de José Luis Pellicer para La Ilustración Española y Americana. Edición del día 15 de marzo de 1874. |
El Tomo II de Los Anales de la Guerra Civil (España desde
1868 a 1876) de Nicolás María Serrano ofrece más detalles: “La división de Primo de Rivera avanzó el 26
hasta Pucheta, pequeño arrabal de unas 30 casas, situado a medio kilómetro de
San Pedro Abanto. Los carlistas, que establecieron su principal línea de
defensa desde Montaño a Abanto de Suso, habían rechazado todos los ataques por
aquel lado. Para atacarles era preciso combatir a cuerpo descubierto, mientras
que los carlistas se defendían parapetados en sus trincheras. Sin embargo, los
republicanos se portaron bravamente, siendo mortalmente heridos gran número de
sus oficiales. Cerca de Pucheta encontróse un coronel tendido, con el brazo
levantado, como si todavía quisiese dar a sus soldados, después de muerto, la
señal de ataque.”
Una vez más Primo de Rivera, que
había sido el principal artífice de la estrategia, no pudo llevarla a cabo y no
consiguió envolver el ala izquierda del ejército carlista. Podemos continuar el
relato a través de la crónica que apareció en La Ilustración Española y Americana, en su edición de 8 de abril:
“Hacia el mediodía, el fuego disminuyó en la derecha, y algunas fuerzas se
corrieron al centro, donde se hizo más rudo el combate, avanzando impávidas
sobre el barrio de Pucheta. En esta jornada, que fue sangrienta, experimentaron
sensibles perdidas los batallones de las Navas, Estella e infantería de Marina,
y el teniente coronel del primero cayó herido al dirigir una carga a la
bayoneta para tomar una casa aspillerada que defendían los carlistas con
empeño.”
Batallón de Cazadores de Las Navas (2º Cuerpo. Primo de Rivera) se adueña del pueblo de Putxeta. Dibujos de M. Ferdinandus, basados en el boceto de M. Dick |
Y continúa: “Al caer la tarde, nuestras tropas se aseguraban en las posiciones
conquistadas, y cuando cerró la noche avanzaron nuevamente las baterías para
preparar el sangriento combate que debía librarse en el siguiente día.”
A las siete y treinta y un
minutos de la noche, el jefe del Ejército volvía a mandar desde Somorrostro un
mensaje al Ministro de Guerra, en este caso contándole noticias muy diferentes
a las que pensaba: “Desistí de apoderarme
hoy de San Pedro Abanto hasta completar el movimiento de la derecha, pues el
enemigo acumuló grandes fuerzas en las trincheras del centro. He avanzado á la
primera línea ocho piezas Krupp, dos Plasencia y cuatro de de diez centímetros,
más cuatro de á doce en la mitad del camino Las Carreras. Conservo todas las
posiciones conquistadas y al amanecer de mañana continuaré este laborioso y decidido ataque. Nuestras
pérdidas en el día de hoy, después de trece horas de fuego incesante, han
consistido en un oficial y once de tropa muertos, y cinco oficiales y ciento
setenta de tropa heridos. El total de las de ayer fue de dos oficiales y
treinta y tres de tropa muertos, y cuatro jefes y treinta y cinco oficiales,
dos médicos y cuatrocientos diez y siete de tropa heridos”
Vista de las posiciones carlistas, tomada desde las avanzadas del ejército en Putxeta. Dibujo de José Luis Pellicer para La Ilustración Española y Americana. Edición del día 30 de abril de 1874. |
Según cuentan las crónicas,
durante ese día más de diez mil fusiles y treinta cañones no cesaron de
disparar. La expresión la tomó prestada, de forma literal, Unamuno en su Paz en
la Guerra, donde además añadió: "Los
llevaron encima de Pucheta, donde, desde un foso, hacían fuego a los liberales,
que intentaron en vano tomarla por tres veces, rechazados las tres a la
bayoneta. Al acometer hacíanlo con la ceguera del toro, que, al embestir,
bajando la cabeza, mira al suelo. Los pobres quintos nacionales caían como la
mies dorada en sus llanuras. Mordían el polvo acribillados a tiros, y algunos
escupían el alma, suspirando unos, otros maldiciendo. Acometían con los dientes
apretados y los ojos fijos, dispuestos a hundir el hierro en la carne caliente
y, sin conseguirlo, puesto que el enemigo no esperaba el choque, caían como
fardos. Había quien, leñador allá en su tierra, se sentía desasosegado al
correr blandiendo la bayoneta con el fusil en ristre, inquieto ante la comezón
de enarbolarlo a guisa de hacha. Arrancados de sus hogares –lugares vivos- de
sus parientes, de su mundo, lleváronlos a morir allí, hijos también de padre,
sin que jamás, tal vez, hubieran oído nombrar los unos la humilde aldea de los
otros. Al morir los pobres se apagaban sus recuerdos, la visión de su serena
campiña y de su cielo, sus amores, sus esperanzas, su mundo; el mundo todo se
les desvanecía; al morir ellos, morían mundos, mundos enteros y morían sin
haberse conocido.”
Avanzadas de las tropas en las posiciones conquistadas el 26 de marzo .José Luis Pellicer. La Ilustración Española y Americana. Edición del día 22 de abril de 1874. |
En la confusión de la batalla se
pierde el rastro del Regimiento de Zamora en las diferentes publicaciones
consultadas. Por ciertas informaciones que indicaban la presencia de soldados
del Regimiento, pensé que Antonio López Martin acompañó en retaguardia a las
tropas de Primo de Ribera, siendo testigo cercano de lo que acontecía, pero
recientemente me ha llegado a través de la Biblioteca de Ministerio del
Ejército, información más detallada. Los dos batallones de Zamora fueron
recibieron la orden de mantenerse en el caserío de Cortes que habían
conquistado la tarde anterior, hasta que a media mañana fueron evacuados del
lugar porque estaban expuestos al fuego de la infantería carlista que durante
la noche había fijado unos cañones en las cimas cercanas. Se posicionaron en unas trincheras mas cercanas al centro de la batalla desde donde sostuvieron tiroteos con los carlistas, cuya trinchera estaba a unos cuatrocientos metros.
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Se me pone la carne de gallina. El ataque fue por mar y por tierra. NO sabia que tambien se ataco por el mar, claro estaba tan cerca. Los carlistas no tenian barcos?
ResponderEliminarBueno ya solo falta el tercer dia de la batalla, no nos dejes en ascuas.
Desde el mar la flota liberal se limitó a bombardear el Montaño, que estaba cerca de la costa, pero creo que su intervención apenas tuvo efectos en la batalla. El ejército carlista creo que no tenía barcos y su artillería era muy inferior a la del bando enemigo. Por contra, solían tener mejor conocimiento del terreno y, en mucho casos, una posición defensiva desde las alturas,
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