Hay
libros que resultan muy fáciles de leer, pero muy difíciles de escribir. Creo
que Luna de lobos de Julio Llamazares puede ser uno de ellos. Detrás de su
lectura hay mucho oficio, también mucho talento. Hace unos días, en la
corrección de mi último ejercicio, mi profesor de novela me hablaba que hay
algunas historias que son contadas y otras, muy pocas, que, por la cadencia con
el que están escritas, son cantadas. No conozco ninguna más cantarina que la
última que ha acabado de leer.
Luna
de lobos tiene el ritmo medido del verso. No en vano su autor fue poeta antes
que novelista. Y todo en esta novela es pura poesía. La estructura gramatical,
la puntación, el uso del lenguaje, todo en ella está marcado por una cadencia que
acompaña con suavidad al lector a lo largo de su capítulos.
El
estilo es magnífico, genera una voz propia, distinta. El vocabulario está
cuidado, adaptado al mundo que nos quiere contar. Los términos rurales y
montañeros, los vocablos locales de los valles leoneses pueblan sus párrafos.
Los hayedos, los brezales, las majadas, los mimbrales, las hazas, los tejos,
las colladas nos transportan a un paisaje mágico donde transcurre la acción.
Pero no se trata de una acción idealizada, sino dura, hostil, difícil. En el
lirismo de ese entorno se produce la lucha más instintiva, la más cotidiana, la
búsqueda de la supervivencia. En esa dualidad, a medio camino entre la belleza
y la hostilidad, transcurre la subsistencia desesperada de cuatro antiguos
combatientes republicanos que, tras la derrota, tratan de encontrar refugio
para algo tan simple, y a la vez tan difícil en aquel contexto histórico, como era
seguir con vida
La
función del paisaje es clave en esta obra porque le sirve a Llamazares para
transmitirnos los sentimientos de los personajes. “La noche es sólo una mancha negra y fría sobre el perfil de los
hayedos que trepan monte arriba, entre la niebla, como fantasmagóricos
ejércitos de hielo”. En ese territorio a los fugitivos no les queda otro
destino que ir convirtiéndose en alimañas.
“Una dulce sensación que me envuelve como niebla y que como niebla también se
difumina y se deshace al contacto de mi mano en la pistola. Ese tacto frío y
gris, en el bolsillo, que se encarga otra vez de recordarme lo que ahora de
verdad yo soy aquí: un lobo en medio de rebaño, una presencia extraña y
desconocida.”
Pero
toda la hermosura del lenguaje, el uso de las metáforas, las sinestesias, las
prosopopeyas serían un mero fuego de artificio sino fuera porque a través de todas
esas imágenes vivimos como propios los sentimientos de los personajes que laten
en cada frase. Y así les acompañamos en su huida hacia adelante, en el viaje
que emprenden hacia ninguna parte. Nos duelen “las lenguas aceradas de las
balas”. Sentimos las heridas como “un escozor azul que asciende por mi pierna
llameando”. Nos estremecen como un escalofrío que nos recorre la espalda “la
humedad y el frío que supuran las entrañas de la tierra”.
De
entre todas las escenas magníficas, aún recuerdo la turbación que me produjo el
momento en el que el protagonista baja del monte para visitar la tumba de su
padre, enterrado apenas unas horas antes. “Un
candado de hierro guarda bajo su óxido el sueño de quienes ya cruzaron el río
del olvido. […] Aquí están, al fin, silenciosos y grises delante de mis botas,
los montones de tierra donde fermenta el tiempo, donde se pudren con
mansedumbre antigua pasiones y recuerdos. Aquí están como montañas de tristeza
bajo una luna lejanísima y mojada”.
En
el poco más de un centenar de páginas Llamazares nos condesa la historia con
gran habilidad para seleccionar los fragmentos que quiere contarnos. Tal vez
echo en falta una mayor continuidad en algunos bruscos saltos de tiempo que se
producen entre los capítulos y agradecería que perfilara con más claridad a
algunos personajes, como hace con Ángel, el protagonista, pero, a pesar de
ello, Luna de lobos es una magnífica novela para todo el que quiera disfrutar
con su lectura o aprender del oficio de su escritura.
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No te dejes atrás "La lluvia amarilla", todo un ejercicio de escritura, con una prosa impecable y un curioso desarrollo al revés de la trama.
ResponderEliminar¿Cuándo publicas?
AG
Tomo nota de la recomendación.
ResponderEliminarPara publicar primero hay que escribir. Y sólo tengo un borrador de los dos primeros capítulos y que aún está lejos de gustarme. Éste es un camino largo que me va a llevar años, pero estoy seguro que llegará a buen final