14 junio, 2011

Los paisajes de mi novela

Para un novelista es muy importante poder caminar por los paisajes de su novela. Cuando, además, se trata se retratar un tiempo antiguo, que ya casi ha desaparecido, cualquier imagen, que logra acercar esa época, se recibe con la alegría que acompaña a la bienvenida de un descubrimiento inesperado.

En el primer capítulo de mi novela, el teniente de ingenieros que instruye la causa del sumario del consejo de guerra que inician contra mi abuela y otros colaboradores de la guerrilla de los Quero, va al Hospital de San Juan de Dios de Granada. Lo hace con la intención de interrogar a un hombre que resultó malherido en el asalto a su cueva. Varios capítulos más tarde, es también en ese hospital donde mi abuela, María Álvarez, da a luz de su tercera hija. Para ello, tuvieron que realizar la solicitud que permitiera sacarla de la cárcel en la que estaba detenida.

Tengo un recuerdo vago de una antigua visita a aquel edificio. Ni si quiera estoy seguro ahora de haber estado allí. Creo recordar su patio de arquerías renacentistas, la fuente, las palmeras, los mármoles de las escaleras, los artesonados de madera del techo, las pinturas de sus paredes. Pero aquella imagen que guarda mi memoria bien podría ser la de otro edificio del centro de Granada. En mi próxima visita a la ciudad podré salir de dudas.

Creo que el teniente no debió reparar en esos detalles cuando subía por las escaleras. Quizás, como escritor, quiero imaginarlo así. Él tenía una misión: interrogar a un hombre moribundo.


El edificio sigue en pie con todos sus detalles, pero su interior debe ser hoy muy diferente al de aquella tarde de finales de febrero de mil novecientos cuarenta y dos.

Ayer encontré en internet unas fotos antiguas de las salas del hospital. Pertenecen en realidad a la Facultad de Medicina que se encontraba en el interior del hospital. Quizás sean demasiado antiguas. Datan de 1.914 y fueron tomadas por el fotógrafo Torres Molina.






Dos años después de los sucesos que narro, en 1.944, la Facultad se trasladó y las fotos corresponden entonces a las autoridades que participaron de su inauguración. Allí aparece toda la corte franquista de la provincia.



Viendo aquellas fotos por fin el novelista se calló y la voz del narrador comenzó a caminar con el teniente por aquellos pasillos.

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