22 enero, 2010

La resistencia antifranquista de los hermanos Quero

El Dominical de El País del domingo pasado publicaba un artículo muy interesante sobre Sabaté, un guerrillero de película, cuya vida fue llevada al cine por Gregory Peck. Pero si hay una historia de maquis llena de acción y dramatismo que hubiera merecido convertirse en película es la de los hermanos Quero. Y en ella, mi abuela además hubiera tenido un pequeño, pero importante papel y mi abuelo un personaje que, envuelto en un halo de misterio, aún no está escrito. Si quieres leer más...

Tras la derrota del ejército republicano en 1.939, la mayoría de los hombres que habían luchado en sus filas fueron encarcelados en prisiones y campos de trabajo. Unos pocos decidieron, al recobrar la libertad o escapar de las cárceles, continuar con la lucha. Años después se les conocería como maquis, un término de origen francés, con el que se les denominada a los emboscados de la resistencia contra los nazis, algunos de los cuales eran antiguos soldados españoles que seguían luchando contra el fascismo en Francia.


Los maquis mantuvieron la esperanza de la caída del régimen franquista hasta bien entrado los años cincuenta, pero, después de la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial, una buena parte de esta esperanza se había desvanecido. Habían mantenido la ilusión de que Franco, que había manifestado sus simpatías y apoyos a Hitler y Mussolini, caería con ellos. Dentro del fenómeno maquis hay que englobar también a aquellas personas, que más allá de las ideas políticas, luchaban por su propia supervivencia, ya que el franquismo no les había dejado otra alternativa. En Andalucía muchos de estos hombres fueron considerados bandoleros sociales y el aparato represor los persiguió con crudeza, dibujándolos como meros asesinos y atracadores.


En Granada la partida de los hermanos Quero, trajo en jaque a la Guardia Civil durante años, con acciones de extremada audacia y, pese a la publicidad negativa que hicieron sobre ellos, llegaron a adquirir un carácter legendario, hasta el punto de atribuirles acciones que ni si quiera ellos habían realizado y de que la palabra quero llegara a ser allí el término usado en lugar de maqui. Pero ¿Quiénes eran en realidad? ¿unos burdos atracadores y delincuentes? ¿o unos luchadores por la libertad idealizados? Probablemente ni lo uno, ni lo otro, probablemente vivieron la vida con valentía y de la única forma que les dejaron.

El grupo se formó pocos meses después del final de la guerra, cuando los hermanos Pepe y Antonio Quero se fugaron de la cárcel de La Campana en Granada. La represión era brutal y las condiciones de vida en esa prisión eran lamentables, así que no es difícil entender que temieran por sus vidas. A ellos se les unió un sobrino, Manuel Murillo, y, con el paso de los meses, algunos hombres, pocos, que se encontraban en situaciones similares. Fue un grupo reducido, cohesionado por vínculos de amistad y familia al que se añadirían otros dos hermanos Quero: Francisco que, teniendo pendiente un consejo de guerra sólo por pertenecer a la familia y harto de la palizas, decidió unirse a la banda en 1.942 y Pedro. También formaban parte dos hermanos “Chavico”, a cuyo padre habían fusilado al poco de iniciarse la guerra, siendo el menor de los dos muerto en una confrontación con la guardia civil a la edad de 17 años.

Casi todos los miembros de la partida murieron en condiciones dramáticas y prefirieron suicidarse o morir en ataques desesperados antes que entregarse. Pepe murió en un atraco en Noviembre de 1.944, Pedro se pegó un tiro estando rodeado siete meses después. Francisco cayó en una persecución en marzo de 1.946 y en mayo de 1.947 murió el último de los cuatro hermanos de la banda, Antonio en compañía de otros dos compañeros. Fueron delatados mientras se encontraban en uno de sus refugios, rodeados por un numeroso grupo de fuerzas del orden, resistió tres días y finalmente se suicidó.

Podríamos pensar que esta actitud audaz era fruto de su carácter o del entrenamiento militar recibido por algunos de ellos durante la guerra. Cuando detuvieron por primera vez a Pepe Quero a la vuelta de la misma, le acusaron de haber pertenecido al mítico grupo “los hijos de la noche” (para saber más sobre estos comandos del ejército republicano especializado en guerrillas puedes leer otro artículo publicado en este blog). Pepe lo negó, en primer lugar porque hubiera sido estúpido reconocerlo, pero era muy probable que fuera verdad que no había participado en esos comandos.

Pero estas muertes y acontecimientos dramáticos no se limitaron a los miembros de la partida sino también a sus familiares y colaboradores. Victoriano fue detenido siendo menor de edad, torturado, encarcelado y posteriormente se le denegó el indulto. El único motivo de todo ello: llevar el apellido Quero. Encarnación fue envenenada a las nueve años con la única intención de detener a sus hermanos en su entierro. Rafael, el menor de los hermanos, fue paseado desnudo por el barrio del Albaicín tras la muerte de Antonio con un cartel que decía “¡este es el último Quero!”. Por ello, para entender el arrojo, habría que pensar quizás no tanto en la valentía, sino en la represión brutal con que fueron acosados, que les llevó a preferir la muerte en acción y no después de un largo proceso de tortura.

Es normal que personas que vivieron en circunstancias tan dramáticas, sean vistas setenta años después, con un aurea casi mitológica, como unos Robin Hood que robaban a los ricos para repartirlo entre los pobres, que, después de comer tranquilamente en algunos de los mejores restaurantes de Granada, dejaban suculentas propias con un papel. ”Aquí han comido los hermanos Quero”, que vestían elegantemente con trajes caros y se permitían un elevado nivel de vida, unos hombres que eran capaces de realizar increíbles huidas entre los tejados del Albaicín… Muchos de esos hechos eran totalmente ciertos, pero no eran Robin Hood, sus acciones iban dirigidas contra hombres con poder económico dentro del régimen franquista, pero en algunas ocasiones sus colaboradores les prestaban ayuda más por miedo, que por voluntad.

Probablemente si no hubiera estallado la guerra, si no hubieran sido perseguidos con tanta saña, sólo habrían sido lo que quizás deseaban ser: una familia que se ganaban la vida vendiendo en una carnicería del Albaicín.

La historia de mi abuela une, en un momento muy dramático, su destino a la de los hermanos Quero, pero eso ahora me lo reservo, porque formará parte de uno de los capítulos más importantes de la novela que empiezo a escribir. La historia de mi abuelo estuvo aún más unida, pero tengo que tratar de investigar siguiendo su pista entre los archivos. Como tardaré en acabar mi libroa y la garantía de verlo publicado la veo aún lejana, recomiendo a todos aquellos que quieran saber más sobre los hermanos Quero, un libro que aparecerá en las próximas semanas y que estoy deseando leer: Jorge Marco presentará “Hijos de una guerra. Los hermanos Quero y la resistencia antifranquista” de la editorial Comares el 11 de febrero en la casa de los Tiros de Granada y el 24 en la Librería Central de Madrid (ambos a las 19:00). Por lo que me confesó hace algunas semanas, una pequeña parte de la historia de mi abuela sale dibujada en un capítulo.

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