15 mayo, 2009

Poesía erótica

En el año 93 me sorprendió escribir poesia erótica. Me salió de una forma extrañamente natural y me resultó extremadamente dificil que las palabras apenas insinuaran, no sobrepasar la línea, pero dibujar imágenes suficientemente reveladoras. Muchos años después volví a releer aquellos poemas y afortunadamente la mayoría de ellos murieron en la papelera. Con algunos trozos he ido hilvanando en las últimas semanas lo que ahora aquí expongo, lo que aún estoy trabajando.

Hay un árbol plantado en mitad de cuerpo,
tus labios son palomas
posadas en sus ramas,
un mar de espumas desbordadas.


-
En tu entrepierna mis labios
son dos esclavos ciegos
que enmudecen despacio
junto a las algas muertas
en la orilla de tu sexo.

-

La proa de mi nave enfila la niebla.
La furia de tus ojos desata la tormenta.
Dos suspiros flotan ahogados.
El placer es un barco sin rumbo,
tus pechos dos ánforas piadosas, exquisitas.
Un faro arroja luz en la borrasca
de oscuras caracolas.



-

Mi historia fue una lenta
transhumancia de cuerpos
hasta llegar a tu secreto de amapola.
Hoy escancio los licores afrutados
que en tu cuerpo tomaron refugio
y, entregado a tu grupa,
despeño mis armas de antiguo cazador.

-

En tu ensenada de musgo,
ese hermoso triángulo de corales,
hundo el ancla cetácea de mi barco.
Navegante ancorado,
con el mástil desnudo de ropajes,
desembarco en el médano sembrado
de tus jugos marinos,
devorador de espumas,
donde las aguas lamen las arenas.


-

Somos dos amantes ciegos
que en la blancura del lecho
dibujan la geografía del mundo,
porque es tan hermoso amarse despacio,
con la mirada con la que conversa
el deseo cuando solo reina el silencio
y mis dedos corsarios roban caricias
en el escenario de tu cintura.

-

Las sábanas, casi desvanecidas,
que ocultan mi cansancio
son la superficie de un abrazo,
el testigo callado
del vértigo efímero que estremeció
el sonido gutural de la noche.

-

El tiempo es un epitafio que deshoja fantasmas
en una noche larga e inútil
como la ceniza de un cigarro olvidado,
mientras apuro los minutos
como se apuran las verdades
que siempre fueron mentira
y el deseo me recuerda el sumidero
tentador de tu escote,
laberinto de locos extravíos.

-

Hay plumas que trazan la arista
dura de un lamento
y, en cada gota de tinta,
las palabras dibujan alabastro entre tus piernas.
Quiero plasmar el aprendizaje de tu piel
en un manifiesto de hombre enamorado,
describir tu cuerpo en una línea,
que el perfil de la caligrafía
se asemeje a tu espalda dormida
.

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dormidasenelcajondelolvido by José María Velasco is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.

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