15 mayo, 2009

Javier Egea

Conocí a Javier Egea en un tarde calurosa de 1.991. Me recibió en su piso del Zaidin granadino en plena resaca de una de sus madrugadas y me sorpendió su escasa vestimenta, su piso en penumbras y el tono suave de sus palabras, pese a ese entorno tan infrecuente para un primer encuentro, me trató como si nos conocieramos desde hace muchos años y volaron varias horas hablando de poesia y de poetas y riendo con la pelicula de Chaplin Dia de paga. Javier decía que Chaplin era el actor que mejor interpretaba a un ingenuo idealista y a un borracho. Acababa de publicar Raro de luna, me regaló alguno de sus libros anteriores y me enseñó dos poemas en los que estaba trabajando, uno sobre la masacre de Tiananmen que aun no había titulado y otro que me llamó la atención por su nombre: Gris perla. Con el paso del tiempo nunca supe más de él y siempre buscaba en las librerias si había publicado algun libro nuevo. No lo hizo. Hace poco más de un año supe que se había suicidado en 1.999.
En 2.004 apareció publicado en El País el artículo "La necesidad de volver a soñar" que, entre otras cosas decía: "A pesar de la importancia de su obra (libros capitales como Paseo de los tristes, Troppo mare o Raro de luna) y de su influencia en la poesía española posterior, la figura de Egea permanece entre el olvido y una oscura neblina cercana al malditismo fomentada por sus frecuentes depresiones, su adicción al alcohol y su suicidio, en julio de 1999...Javier Egea renunció a seguir viviendo en un mundo que no le agradaba. Como afirma su hermana en el último texto que presenta el libro: "Cuando acababa de cumplir cuarenta y siete años su alma volvió a estar herida de desilusión. Por eso, quizás convencido de que malversaba su vida en un mundo que ya no tenía sentido para él, sintió la necesidad de volver a soñar".

19 de mayo. Pensión Fátima
en donde la pregunta del abrazo desnudo
supo al fin el porqué de tanta lucha,
la clave del sudor sobre las sábanas,
y la virginidad redonda, amanecida,
reconoció la llave de su casa madura,
con una verde mano le puso rumbo exacto
y la llevó a su centro
y siempre siempre siempre
nació alli la tormenta del esperado amor
como una racimo…

…que fue la geografia de mi primer amor,
el mapa donde tuvo mi gran pasión su cuna


Javier Egea. A boca de parir.


la he perdido en un bosque de jeringas brillantes
por donde nos decían que se llegaba al mar;
se fue sobre un caballo de hermosos ojos negros,
por más que yo me muera no la podré olvidar.

Javier Egea. Granada Tango.


Las palabras
sobran ahora que el dolor levita,
orza a estribor y pasa.
Es tarde y en tu espalda florecen los pañuelos.
Es así que el amor, el viejo amor,
el pobre amor tan viejo, tan torpe, tan cansado,
mira hacia el mar, entorna los postigos
y se tiende y reposa.

-

Lo que pueda contaros
es todo lo que sé desde el dolor
y eso nunca se inventa.
-

No era posible entonces ni siquiera pensarlo
que de repente se durmiera el agua.

Javier Egea. Troppo Mare


Porque en tu ventana brillan
los dedos largos del sueño
como tiemblan tus palabras
en el vaho del espejo.


-

Y la cuarta ola
me ató a tu cintura
desde donde escribo.
-

Siempe suenan las doce
mientras me bebo
la sombra de tus labios
con mucho hielo.

Javier Egea. Raro de luna.

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