Aunque los últimos tiempos, la guerra civil se ha vuelto un tema recurrente en la literatura española y han aparecido múltiples libros, que han tratado de reflejar la contienda desde variados puntos de vista, a riesgo de ahogarme en una moda quizá pasajera, he decidido comenzar a escribir una novela sobre la guerra. Y hay varios motivos para ello.
El primero porque es una idea que lleva muchos años rondando mi cabeza. Aunque llevo muchos años sin escribir y ni siquiera tengo idea de por dónde se empieza una novela, creo que ha llegado el momento para darle forma esas historias, que desde niño me fueron contando y me parecían inverosímiles e interesantes como el mejor libro de aventuras.
El segundo motivo es porque sigue existiendo una desmemoria histórica colectiva, pero también individual, de muchos personajes reales que vivieron vidas y circunstancias de novela que nunca habrían deseado vivir. Aunque se escriban cientos de libros sobre el tema, ninguno de ellos contará la historia de mi familia en general, ni de mi abuela en particular. Y me siento con la obligación moral de contar esas historias para que no se pierdan el olvido, legándolas a las nuevas generaciones de mi familia y a todos aquellos que tengan interés en conocerlas.
Conforme más me adentro en esta aventura, más convencido estoy de que esta historia lleva años esperándome y que, pese haber renunciado a la escritura durante un tiempo demasiado largo, esa renuncia no por ello era una derrota final, sino que ha necesitado del tiempo y del momento para comenzar a ver la luz. Y aunque haya dedicado mi vida a otros oficios que pagan la hipoteca y sustentan la vida cotidiana, (oficios a los que muy probablemente la necesidad y la realidad me devolverán en breve), en lo más profundo, nunca había renunciado a la posibilidad ser un escritor.
Al empezar a escribir esta novela quiero disfrutar del placer de la escritura, aunque nada me librará del miedo al fracaso y al pánico a no estar a la altura. Quiero escribir la novela que me gustaría disfrutar como lector y pretendo ser fiel a la historia, sin que me ate más allá de la libertad creativa que voy a necesitar.
Hoy empieza un viaje que no sé a dónde me llevará, ni cuánto tiempo durará, pero en el que estoy seguro que disfrutaré de muchas sorpresas. Desconozco si tendré el valor de llegar hasta el final y si el resultado del mismo tendrá la calidad necesaria, pero creo que, de alguna manera u otra, siempre recordaré este día, el de la partida.
23 de Septiembre de 2.009
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