Me apasionan las novelas sobre la Guerra Civil española y los primeros años de la postguerra. He tratado de leer la mayoría de las he ido encontrando en mi camino. En un artículo anterior de este blog resumía algunas de las que a mí me parecen más interesantes, que son muchas. Traigo ahora aquí mi opinión sobre otras dos. Ambas han aparecido recientemente y vienen acompañadas de importantes premios. Ambas me han decepcionado.
Eduardo Mendoza ganó el último premio Planeta con Riña de Gatos. Lo primero que me gustaría aclarar es que me encanta Mendoza, algunos de sus libros son magníficos. La galería de personajes a través de la que describió la Barcelona de fines del siglo XIX en La ciudad de los prodigios está a la altura de muy pocos escritores. El punto de vista que despliega alrededor de un alienígena que aterriza en el interior de la Cataluña profunda en Sin noticias de Gurb la convierte en atípica, una obra donde se aúnan dos cosas muy difíciles en la narrativa: sentido del humor y calidad literaria. Riña de gatos es una novela entretenida. Como siempre, borda la construcción de los personajes. La transformación que sufre el protagonista a lo largo de la misma es muy interesante. El escritor consigue que el lector alcance un nivel de empatía con ese inglés despistado que viene al Madrid de la preguerra a tasar un cuadro y le va acompañando con gusto a lo largo de las diferentes escenas. La trama tiene la suficiente dosis de humor y de misterio como para invitar a que las páginas vayan pasando. Los escenarios costumbristas del Madrid inmediatamente anterior al estallido de la guerra están pintados a través de descripciones muy trabajadas, donde podemos ver la ironía y el sentido del humor que siempre sabe destilar Mendoza. Pero, pese a ello, creo que no deja de ser una novela fallida. Tratándose de un magnifico novelista, como es él, cae en el error típico de los escritores noveles y sobre el que tanto se incide en las escuelas de narrativa: la información para el lector. No vemos el contexto histórico a través de los ojos de los personajes, sino a través de un narrador intrusivo. La construcción del personaje de Primo de Rivera me parece pobre y la descripción que se hace de la Falange carece de calidad literaria, se limita a parecer un apunte extraído de cualquier manual de historia contemporánea. Lo mismo ocurre con Velázquez y su pintura. Parecen meras referencias extraídas de internet o de enciclopedia y puestas en la narración al servicio de una trama que flojea precisamente en esos momentos. Últimamente, la mayoría de novelas que transcurren en épocas cercanas a nuestra guerra civil tienen la tendencia de introducir hombre y mujeres famosos que interactúan con otros inventados y creo que es el gran error porque la acción no resulta creíble. Desgraciadamente, en torno a esa época hay grandes historias, vividas por personas anónimas que vivieron aventuras cotidianas que se convirtieron en extraordinarias por las circunstancias políticas, pero muchos escritores pecan de conservadores, les falta valentía y piensan que si no introducen a generales artistas y políticos famosos la trama no interesará al lector. Pese a todo, Riña de Gatos es de lectura entretenida y eso ya es mucho.
Donde nadie te encuentre de Alicia Giménez Barlett ganó el último premio Nadal. La biografía de Teresa/Florencio Plá Massaguer me parece una de las más fascinantes que se pueden contar. Con un síndrome congénito que le determinó hermafroditismo, esta persona real encontró en el maquis la libertad que no le ofrecía su cuerpo, la comprensión frente a las burlas y los escarnios que tuvo que sufrir de la sociedad rural en la que se crió. A priori, veo difícil encontrar un personaje más interesante sobre el que construir una novela. Su biografía, cargada de acciones literarias, es un caramelo para un escritor. Aun así, tener una gran historia, un personaje que ofrece una gran capacidad de construcción, no garantizan, por si solos, una gran novela. Y creo que ésta no lo es. La escritora va alternando dos voces a lo largo de la misma. Una primera persona, la del protagonista que nos va contando su propia vida con maestría, que nos atrapa, que nos la hace sentir con altas dosis de credibilidad. Creo que una de las cosas más difíciles a la hora de escribir una novela es encontrar la voz narradora desde la que hablarle al lector. En estos capítulos es donde Giménez Barlett lo consigue, lo borda. Pero hay una segunda voz, escrita en tercera persona, la que nos cuenta las peripecias de un psicólogo francés y un periodista barcelonés, que van tras el rastro del protagonista, que no funciona. Desde mi opinión, en contraposición a la magnífica construcción del personaje real, creo que esos otros dos, salidos de la ficción, no están bien trabajados, no resultan creíbles. Se mueven entre tópicos y golpes de efecto que hacen naufragar el conjunto de la trama. Es ahí, en la estructura de toda la obra, donde ésta se desmorona. Donde nadie te encuentre trata de estar a medio camino entre la novela negra y la histórica con fuerte trabajo psicológico de personajes y acaba por quedarse en tierra de nadie. El final decepciona. Trata de utilizar los golpes de efecto de la narrativa de detectives y encuentra un final imposible para una historia tan real.
Es una lástima, creo que ambos podían haberse convertidos en libros magníficos, pero se quedan simplemente en entretenidos.
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