01 febrero, 2011

Los sueños del independentismo en la realidad tormentosa

La semana pasada asistí a la presentación de un libro de un intelectual catalán. Aunque la temática de la obra iba sobre la vigencia de las ideas de los pensadores clásicos en el mundo actual, el debate posterior derivó hacia otros temas. En un momento de la charla, el escritor habló de la necesidad de patriotismo. A mi es un término que me provoca pavor. En nombre de la patria se han destruido muchos puentes de comunicación a lo largo de la historia, se han cometido demasiados crímenes. Pero la argumentación no acabó ahí. El autor, que decía haber defendido durante décadas el dialogo Catalunya-España, confesaba que ya no creía en eso. Un amigo al que yo acompañaba, le preguntó si el motivo del clima actual es el frentismo y cómo podía evitarse. El apelado no entendió la pregunta. No quiso entenderla. Su respuesta no atendía a la pregunta. El pasado domingo leí en portada de un periódico un titular de una entrevista al recién nombrado President de la Generalitat, Artur Mas. Sólo ha necesitado unas pocas semanas al frente de su nuevo gobierno para lanzar la primera andanada victimista: “el estado malgasta y Catalunya lo paga”. Yo estoy de acuerdo en el Estado malgasta, pero creo que dentro de ese Estado malgastador también deben incluirse las autoridades y los organismos de Catalunya.

El nacionalismo catalán siempre se ha movido entre la colaboración y la ruptura. No es nada nuevo. En 1.939 cuando la República empezaba a agonizar, algunos dirigentes catalanistas lucharon por ella hasta el final y unieron su destino a la suerte republicana, pero otros, iluminados por veleidades independentistas, tuvieron un comportamiento que yo me atrevo a calificar como ruin.

El golpe de estado de Julio de 1.936 dinamitó, entre otras muchas cosas, el poder establecido. El Gobierno Republicano en Madrid no supo hacer frente a la nueva situación y su autoridad se resquebrajó incluso en algunos de los territorios donde no había triunfado la sublevación militar. Los anarquistas se echaron a la calle en Barcelona para impedirla y a continuación trataron de imponer un régimen anárquico y libertario, donde el poder estaba diseminado en manos descontroladas. En esa situación, el President de la Generalitat Lluis Companys tuvo la habilidad de hacer frente a ese vacío, pactó con los anarquistas y emprendió una labor de gobierno, en la que asumía competencias que rebasaban el Estatut. Entre ellas llegó a formar un Gobierno propio que le encargó a Joan Casanovas, uno de los fundadores de su partido, ERC, mientras él mantenía su cargo de President de la Generalitat.

Esquerra se convirtió en el primer partido en Catalunya, donde sus alcaldes estaban al frente de más de la mitad de las poblaciones y contaban con un amplio apoyo social interclasista. Pasados los primeros meses de la guerra y con el frente estancado en Aragón, la alianza con la CNT se amplío al PSUC y la UGT con el objetivo de encontrar la unidad necesaria para resistir un conflicto que ya se veía largo. En esta política de alianzas tuvo un papel destacado Tarradellas. Por el contrario, una facción del ERC, liderada por Joan Casanovas, abogaba por romper con el resto de partidos y luchar por la independencia. Casanovas, que mantenía un romance con Margarita Carvajal, una famosa vedette mejicana, conocida como La Mayata, que entonces triunfaba en el Paralelo gracias a su cuerpo espectacular, siempre había sido contrario a pactar con los anarquistas y los comunistas y había ido acercándose a los postulados del partido independentista Estat Català, algunos de cuyos militantes habían declarado admiración por principios del nacionalsocialismo de Hitler..
Desde meses atrás se venían rumoreando los intentos de una parte del nacionalismo catalán de separarse de España, abandonar la guerra y declarar la independencia bajo protectorado de Francia. En una reunión celebrada el 21 de Octubre los ministros de asuntos exteriores de Italia y Alemania acordaron cual sería la política de sus países en el caso de que se produjera ese hecho. El 11 de noviembre se reunió el Consejo de Ministros de la Generalitat y se comentó la posibilidad de que, en caso de una victoria franquista, Catalunya proclamara la soberanía. Pero no pasó de ser una sugerencia, ya que el líder del PSUC bloqueó la propuesta por considerarla inadecuada en el marco de la guerra. Días más tarde los independentistas de Estat Català organizaron un complot frustrado contra Companys, en el que Casanovas estaba implicado por lo que se vio obligado a huir a Francia. Precisamente en esos días, la diplomacia italiana recibió dos telegramas de un presunto negociador de la Generalitat en los que le proponían la posibilidad de independencia de Catalunya bajo tutela de Italia.

En mayo de 1.937 la unidad entre los diferentes partidos estalló por los aires debido al enfrentamiento entre los comunistas y los anarquistas. El caos de los primeros días de la guerra volvió a aparecer. El resultado de aquellos acontecimientos fue la salida del gobierno de los anarquistas, la ilegalización del POUM y el ascenso de los comunistas. El Gobierno de la República recuperó la competencia exclusiva en política militar. Después de diez meses de disputas se hacía necesaria una estrategia unitaria en el campo de batalla si se quería evitar la derrota. La autonomía catalana perdió entonces parcelas de poder que había gestionado desde el inicio de la guerra, aunque seguía teniendo un marco de competencias superior al que establecía el Estatut. Esquerra soportó muy mal esa pérdida de poder y trató de acercarse a otras fuerzas nacionalistas. Veía además como, con los anarquistas fuera del gobierno, los comunistas se iban haciendo más poderosos


Lluis Companys

En esa situación Joan Casanovas regresó de Francia para volver a ponerse al frente del Parlament. Pero su verdadera intención era echarle un pulso a Companys. Este optó por la reelección al frente de la Generalitat con el apoyo de los comunistas y Casanovas dimitió de sus responsabilidades y volvió a marcharse a Francia. Mientras, las tensiones entre el Gobierno de Negrín y los nacionalistas iban en aumento. Cuando el gobierno republicano trasladó su sede a Barcelona, ante el avance de la guerra, los enfrentamientos con la Generalitat aumentaron. En agosto, sólo semanas después de que se iniciara el avance en la Batalla del Ebro, los nacionalistas vascos y catalanes provocaron una crisis de gobierno. Negrín, consciente de que la República se estaba jugando sus últimas bazas en el Ebro, decretó el control absoluto de la industria de guerra. Los ministros nacionalistas, más preocupados por sus competencias que por el curso de la guerra, abandonaron el gobierno y trataron de derribar a Negrín. Éste le pidió a Companys que, en ese caso, fueran consecuentes hasta el final y si precipitaban su caída, asumieran ellos el liderazgo para evitar la derrota. Negrín con esa actuación salió reforzado y, a partir de ese momento, los nacionalistas optaron por “cerrarse en casa” y centrar todas sus frustraciones en los comunistas.

En Noviembre, tras la derrota republicana en la batalla del Ebro y con las tropas franquistas a punto de entrar en Catalunya, Joan Casanovas volvió a aparecer en escena. Él que había pasado buena parte del conflicto en Francia sin sufrir los bombardeos de la aviación nacional, volvía a hacer declaraciones que en absoluto ayudaban a la causa republicana ni tampoco a su propio partido. En ellas defendía que la guerra le había venido impuesta a Catalunya, cuya misión ahora era llegar a u acuerdo con Franco y buscar la reconciliación entre los partidos de derechas e izquierdas desde la independencia. Obviamente, a esas alturas de la guerra, su ceguera política era ya enorme. Franco tenía la victoria en su mano y no estaba dispuesto hacer cesiones de tal magnitud. Casanovas hizo las declaraciones de rendición días antes de que se produjera una reunión entre Chamberlain y Daladier, los primeros ministros de Gran Bretaña y Francia. La última vez que éstos se habían reunido para hablar de paz fue en los Acuerdos de Munich, en los que entregaron Checoslovaquia a Hitler.

La reacción en Barcelona frente a las palabras de Casanovas no se hizo esperar. La edición del 16 de Noviembre de La Vanguardia decía en su portada: “Por desgracia de los pacificadores y por fortuna nuestra hemos dejado de ser crédulos. Sabemos del mundo actual lo suficiente y rechazamos a los mediadores. Ahí están Austria y Checoslovaquia, chorreando sangre, borradas de la historia, con sus libertades exoneradas, con sus sinagogas en llamas y sus partidos y nacionalidades disueltos. Los españoles no servimos para que nos despedacen. Y si retorna Casanovas se le llevará ante el Tribunal de Alta Traición. [..] Admiramos a los que tiene facilidad para soñar a bordo de una realidad tormentosa. Pero es mejor abrir mucho los ojos. Barcelona no es Praga. Y si hay algunos que, no comprendiendo el entronque fatal del destino catalán al destino de la hispanidad, sirven al espíritu de capitulación, noble es advertirles que están más cerca del piqueta de ejecución que del éxito.”


Tras la derrota y el exilio, Lluis Companys fue detenido por la Gestapo en Francia, deportado a España, donde se le torturó y se le sometió a un consejo de guerra sumarísimo sin ninguna garantía jurídica. El 15 de Octubre de 1.940 fue fusilado en el foso del castillo de Montjuich. Su delito fue haber sido President de la Generalitat y haber luchado contra un golpe de estado. No permitió que le vendaran los ojos y quiso morir descalzo para poder pisar la tierra por la que luchó. Antes de recibir los disparos gritó “Tornarem a sofrir, tornarem a vencer! (¡Volveremos a sufrir, volveremos a vencer!”). Setenta años después su injusta sentencia aun no ha sido anulada. Joan Casanovas murió dos años más tarde. Permanecía en Francia.

Durante los últimos años Esquerra ha tomado la senda de la independencia, contagiando a Convergencia. Parece ser que las ideas de Joan Casanovas se han acabado imponiendo. Cada vez son más los tienen facilidad para soñar a bordo de una realidad tormentosa. Espero que esta vez el sueño no nos conduzca de nuevo hacia otra pesadilla.

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