03 marzo, 2019

Oporto con los cinco sentidos


LA VISTA

El metro conecta en media hora el aeropuerto con el centro por 2’60 euros. Nuestra parada es Jardim do Morro. El azar ha querido que el primer encuentro visual sea el más espectacular posible. A la salida del túnel, mientras el vagón cruza el puente de Dom Luis, la ciudad se muestra a través de los ventanales. Justo al final del magnífico puente de hierro, ya en la ribera de Vilanova de Gaia, la panorámica de su vecina Oporto es inolvidable. La luz ambarina de la primera hora de la tarde se refleja en los coloreados edificios de la Ribeira y las calles que ascienden en cuestas interminables hacia la Sé, que es como aquí llaman a la catedral. Al otro lado del meandro del Douro se alinean los barcos rabelos, que antiguamente transportaban los toneles de vino desde río arriba y las bodegas, indicadas por los rótulos de sus marcas en los tejados, la mayoría de ellos de apellidos ingleses: Taylor, Graham, Cockburn…



Oporto también entra por la vista en el abigarrado interior de sus iglesias barrocas, cubiertas de maderas doradas, forradas de pan de oro como las de San Francisco o la de Santa Clara.



Hay tiendas maravillosas que resisten la presión de esas grandes cadenas que globalizan el mismo gusto, tiendas únicas que pueden  resultar un viaje en el tiempo. Los estantes de A vida portuguesa son un espectáculo de colores donde se ordenan jabones, aceites, latas de conservas, tabletas de chocolate, juguetes de latón, brochas de afeitar, colonias y todo tipo de productos portugueses. Compro una brocha y jabón de afeitar por 22 euros y disfruto del olor de la pastilla y del tacto del mango de madera y del pelo de las cerdas. A vida portuguesa, Rua de Cândido dos Reis 36.



EL OÍDO

La palabra fado proviene de la latina fatum, que significa destino. En la Casa da Guitarra el fado destila melancolía acompañada de la musicalidad de la guitarra portuguesa, de doce cuerdas, y de una guitarra clásica. La voz maravillosa la pone la cantante que se presenta como Ana Margarida. Cada día canta a las seis de la tarde durante una hora. En realidad  el espectáculo dura un poco menos porque lo acompaña una breve pausa para maridar el fado con el delicioso vino do Porto. Casa da Guitarra, Av. Vimara Peres 72.

EL GUSTO

El desayuno.

La Leitaria Quinta do Paço abrió en 1920 para vender leche, mantequilla y queso. Hoy continúa ofreciendo esos productos, pero es famosa sobre todo por sus eclairs (petisús) que son un paraíso para los sabores: el clásico de chocolate con leche, el de frutos rojos,  el de caramelo, el de chocolate negro o el crocanti… son de una suave pasta, pero lo mejor está dentro: la nata más deliciosa que recuerdo haber probado. Las fotos antiguas colgadas de la pared recuerdan la elaboración y la distribución de otros tiempos, pero la calidad permanece hoy con un precio también espectacular. ¡Delicias a sólo 1’50 euros! Leitaria Quinta do Paço, Praça Guillherme Gomes Fernandez 47.



Padeirinha Doce. Su atiborrado escaparate de pasteles invita a entrar. El ambiente interior es muy popular y escasean los turistas. Mientras los hombres se alinean en la barra, las mujeres conversan animadamente sentadas alrededor de las mesas. La bollería no es refinada, pero los precios son tan populares como el establecimiento. Un café con leche con tostadas (las portuguesas se hacen con rebanadas más gruesas de pan y son deliciosas) por sólo 2’20 euros. Padeirinha Doce, Rúa Augusto Rosa 46.

La comida

Taberninha do Manel. Situado en Vilanova de Gaia, junto a la ribera del Douro, donde se cocina unos de los mejores Bacalhau à brás de la zona. También es conocido por su chorizo frito y sus empanadillas. Probamos los tres platos y nos parecen tan ricos como las natas de postre. La camarera es todo un personaje que derrocha amabilidad y abrazos con los clientes habituales. Taberninha do Manel, Av Diogo Leite 308.

A Grade. Leímos que cocinan el mejor pulpo al horno de Oporto. Al menos coincidimos en que es el mejor pulpo que hemos probado. También es delicioso el Bacalhau de la casa, hecho al horno con  verduras y patatas. A Grade, Rúa de San Nicolau 9.

La merienda

Café Majestic. Toda ciudad que se precie elegante debe tener una cafetería con grandes espejos,  antiguas sillas y mesas de madera oscura. El Majestic es un buen lugar para saborear el magnífico café portugués. Podemos pedir un galao (café con leche) o pingado o pingo (cortado). Aquí es casi obligado acompañarlo con una rebanada, una sabrosa torrija con frutos secos. Los precios están muy por encima de la media de la ciudad, pero merece la pena. Café Majestic, Rúa da Santa Caterina 112.



La cena

Café Santiago. La francesinha es el plato más típico de Oporto. Se trata de una auténtica bomba calórica, un sándwich de carne, mortadela, jamón, queso, coronado por un huevo frito, rodeado de patatas fritas y todo cubierto por una salsa que incluye no menos de 24 ingredientes. A nosotros nos parece una extraña mezcla que no nos convence demasiado, pero que nos deja saciados. Según las encuestas populares la mejor francesinha la preparan en el Café Santiago donde un sábado por la noche tuvimos que hacer más de media hora de cola. Café Santiago, Rúa Passos Manuel 198.

EL OLFATO

Bodega Taylor. Nada más cruzar las puertas de cristal que dan paso a la penumbra de la bodega nos asalta un intenso olor a vino, una mezcla de dulzores y humedades que enciende de inmediato la pituitaria. Las bodegas se alinean junto a la ribera de Vilanova de Gaia. Las uvas prefieren el sol de los valles del Alto Douro, pero los vinos de Oporto reposan mejor en la humedad del río ya cercano a su desembocadura. Hay muchas bodegas y todas ofrecen visita con cata incluida. Casi por azar nos decidimos por la Taylor. Su visita es algo más cara, pero merece la pena. Es una de las más antiguas, grandes y famosas. Durante más de tres siglos ha sido dirigida por varias generaciones de familias con apellidos ingleses. La autoguía va susurrando la historia de la bodega, tipos de vino y procesos de elaboración. Al final de la visita, ya con la caída de la tarde, probamos un blanco seco que califican como raro para la zona y que es parecido a un jerez y un vintage. Ambos son ricos, pero nos quedamos con el dulzor del segundo. Bodega Taylor, Rua do Choupelo 250, 4400-088 Vila Nova de Gaia.

Chocolataria Equador. En la entrada te abofetea un delicioso olor que despierta todos los sentidos. Las tabletas de coloreadas envolturas y los enormes trozos de chocolate de diferentes sabores que venden al peso, hacen que no puedas resistir la tentación. Maridamos un Oporto Ruby con un bombón de naranja y un Tawny con otro de frutos rojos por 10 euros. Se hace muy difícil decidirse por una de las dos opciones, pero yo me rindo ante el dulzor de vino Tawny. Concha como siempre, se inclina por su favorito chocolate con naranja. Rúa de de Santa Clara, 44.

EL TACTO

La cultura de masas que arrastra el cine puede llegar a destrozar los lugares más interesantes. La película “La playa”, protagonizada por Di Caprio ha arrojado hordas de turistas a las playas de la isla Phi-Phi en Tailandia. Algo parecido sucede con la Livraria Lello, calificada por el escritor Vila Matas como la más bonita del mundo. Inspiró a J.K Rowling el escenario de  su insoportable Harry Potter y ahora sus fanáticos seguidores se agolpan en sus pasillos y en esa maravillosa escalera con sus interminables fotografías y selfies. ¿Qué relación tiene una librería con el tacto? Solo hay que subir por su escalera de caoba y rozar el pasamano para comprobarlo. Los libros además pueden llegar a tocarnos el alma. Decido comprar uno del escritor portugués Antonio Lobo Antunes para poderme descontar los 5 euros obligatorios del ticket de la entrada (otro defecto de la cultura de masas). Livraria Lello, Rúa das Carmelitas 144.




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