En 1936, cuando estalló la Guerra
Civil, Franscico Boix era un
muchacho de 16 años al que su padre, un sastre del barrio barcelonés del Poble Sec, había contagiado su pasión
por la fotografía. Dos años más tarde, ya afiliado a las Juventudes Socialistas
Unificadas, marchó como voluntario a la 30ª División, que luchaba en el frente
de la provincia de Lérida con la misión de retener el avance del ejército
franquista en una guerra que ya estaba perdida.
El arma de Francisco era la
cámara fotográfica. Con ella retrató la guerra cotidiana, las horas aburridas
de espera en la retaguardia, la ropa tendida al sol, un soldado que escribe una
carta sentado sobre la tierra mientras apoya el papel en una banqueta, otro que lee con interés un libro en el
descanso de la trinchera; otros que alimentan un fuego sobre el que hierve una
olla, un grupo de personas sentadas en corro despanochando maíz, parejas con la
mirada perdida que bailan abrazadas muy juntas sin saber qué les deparará el
futuro…
En sus fotografías también
podemos ver un tanque que se adentra en el cauce de un río, los camilleros que
caminan agachados por un campo yermo mientras salvan a un herido, oficiales
paseando por las calles de un pueblo bombardeado, soldados que desfilan con una
marcialidad mal aprendida, impropia de militares y que delata que quizás solo
se trate de panaderos, oficinistas o albañiles; el funeral de un comisario
político caído en combate y, sobre todo, decenas de soldados y oficiales que miran
a la cámara con una sonrisa inexplicable en sus circunstancias, con ese
idealismo de juventud con el que marcharon a combatir al fascismo.
Con la derrota llegó la obligada
huida a Francia. Boix pasó por el campo de refugiados de Vernet y luego por el llamado “Campo de Judas” de Setpfonds, donde las condiciones de
reclusión para los combatientes republicanos eran inhumanas. Guardó centenares
de negativos en una caja de madera y dos de latón. Al parecer las vendió a un
ferroviario de Perpignan. El rastro
de esas fotos estuvo perdido durante décadas.
En Septiembre de 1939 se
encuadró, junto a muchos de sus compañeros, en la 28ª Compañía de trabajadores extranjeros que formaba parte del
5ª Ejército francés. Su misión era realizar trabajos de defensa en la línea Maginot que debía frenar el avance del
ejército alemán. En la noche del 21 de julio de 1940 fue apresado por los nazis
en la región de Los Vosgos y trasladado primero al campo de Mulhouse y finalmente al campo de
exterminio de Mauthausen en Austria.
Allí trabajó en el Erkennungsdienst, el servicio de
identificación para el que debía tomar fotografías de los presos. Él mismo
aparece en un retrato con su número: el 5185. Por sus manos pasaron también
miles de fotografías que atestiguan el horror que se vivía en las
instalaciones. Cuando se produjo el avance aliado se dieron órdenes de destruir
las pruebas. Francisco Boix se encargó entonces de guardar centenares de
negativos que iban a contar al mundo las atrocidades que se produjeron en los
campos de exterminio.
Los escondió en las molduras de
las puertas para que el servicio de carpinteros, formado por comunistas,
pudiera sacarlas del recinto con la ayuda de un grupo de hombres muy jóvenes,
algunos casi niños, hijos de los combatientes republicanos que trabajaban en
condiciones menos duras para una empresa familiar que explotaba el granito de
las canteras de la zona. La empresa, que aún existe, se llama Poschacher. Los miembros del llamado
Comando Poschacher se encargaron de ir sacando los negativos del campo para
dárselos a la señora Pointer, una
valiente mujer de ideas izquierdistas a la que habían conocido. Ella las
escondió en un muro de su casa.
Cuando los soldados americanos
liberaron Mathausen, Boix acompañado por sus jóvenes amigos acudió a la casa de
la señora Pointer, donde empezó a positivar las primeras fotografías. Meses más
tarde se convertirían en pruebas fundamentales para condenar a los jerarcas nazis en el Juicio de Nuremberg. Francisco Boix fue el único español que
participó en el mismo para aportar sus pruebas y señalar a los asesinos. Su
salud, que había sobrevivido a dos guerras y a los campos de exterminio, solo
aguantó unos años más. Murió a la edad de 30 años y fue enterrado en una
modesta tumba de un cementerio parisino.
En 1993 se intentó subastar por
internet los negativos de unas fotografías de la Guerra Civil que habían
permanecido ocultos en tres cajas. La Comisión
por la Dignidad consiguió adquirirlos gracias a la contribución de micro
mecenazgo de decenas de personas. Tras el análisis de los investigadores pudo
determinarse su autoría.
En el año 2015 el pleno del Congreso aprobó por unanimidad realizar
un homenaje a los españoles que fueron deportados a los campos nazis. A pesar
de ello, el Gobierno de Rajoy, que no desaprovecha ni una sola oportunidad de
demostrar que es el heredero del franquismo, ha olvidado el mandato.
El 16 de junio de 2017 Francico
Boix fue enterrado con todos los honores en el Cementerio Pére Lachaise, donde reposan los restos de las mayores
celebridades de Francia como Molière,
Delacroix, Chopin, Balzac, Proust o también importantes personalidades de
la Guerra Civil como Negrín o Gerda Taro. La alcaldesa socialista de
Paris, la gaditana Anne Hidalgo, una
de las personas que más ha hecho por recuperar la memoria de los exiliados en
el país vecino, presidió el acto. El féretro iba envuelto en la bandera
tricolor republicana. Mariano Rajoy, que estaba ese día en París, no tuvo ni
siquiera unos minutos para acudir y su gobierno no mandó ninguna delegación
oficial.
Un centenar de las fotos que
Francisco Boix tomó durante la Guerra Civil estarán expuestas hasta el 19 de
marzo en el Centre Cívic Pati Llimona
de Barcelona. Entre ellas vemos al propio Francisco fingir cómo dispara una
ametralladora o con la mirada perdida mientras sostiene la mejor arma que sabía
disparar: su cámara Leica.
Algunas de las fotos pueden verse
en:
Hay varios documentales
magníficos sobre Francisco Boix:
Un fotógrafo en el infierno www.youtube.com/watch?v=-04d60l0-EU
Las dos guerras del fotógrafo
Boix.
El cine español, siempre tan
miope con las magníficas historias de los personajes de nuestro país, ha puesto
esta vez su mirada en la vida de Boix. En los próximos meses se estrenará la
película El fotógrafo de Mauthausen.
dormidasenelcajondelolvido by José María Velasco is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.
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Qué gran historia! Y la de historias que podríamos contar al mundo en la gran pantalla, que ríete tú de Hollywood.
ResponderEliminarMe ha impresionado su propia foto en la ficha, un crío.