Unos minutos después de las nueve
de la noche del jueves 24 de agosto de 1944 un escuadrón de 160 hombres, de los
cuales 146 eran españoles, montados en 22 semiorugas y 3 tanques Sherman,
entraban en París por la Porte d’Italie. La plaza estaba llena de personas que
huyeron despavoridas ante el estruendo de los vehículos, pensando que solo
podía tratarse de las tropas alemanas que, con doce mil soldados, aún
controlaban la capital. Más
tarde comenzaron a acercarse y vieron que los vehículos eran americanos,
pero los nombres que llevaban pintados en el carenado: Ebro, Brunete,
Guadalajara… y los banderines tricolores
rojo, amarillo y morado recordaban a batallas en España. Eran los
combatientes republicanos que venían a liberar la capital francesa.
Tras unos momentos de entusiasmo,
el escuadrón que había llegado hasta allí sin mapas y con la única ayuda de una
guía Michelin siguió avanzando tras un motorista armenio que se ofreció voluntario
para llevarles hasta su objetivo: el Ayuntamiento. Los blindados fueron dejando atrás calles desiertas, cruzaron
el Sena por el puente de Austerlitz y continuaron sin detenerse por los
muelles de la orilla derecha. A las 21:22
el destacamento se desplegó en defensa
de erizo frente al Hôtel de Ville con órdenes de repeler cualquier
contraataque. Dos minutos más tarde las campanas de Notre Dame comenzaban a
tañer seguidas por las de toda la ciudad, anunciando su liberación. Una
avalancha de gente invadió las calles abrazando a los soldados y el himno de La
Marsellesa comenzó a sonar por todo París.
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Domingo Barrios, soldado de La nueve en el blindado Guadalajara, frente al Ayuntamiento de París |
Amado Granell, un castellonense de Burriana que se había afiliado a
la UGT, había sido concejal por Izquierda Republicana y se alistó como voluntario en la Guerra Civil
donde combatió en “el Batallón de Hierro”, era el teniente que estaba al mando.
"Las campanas de París nos conmovieron. El combate no nos había endurecido
completamente. Todos teníamos lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta. Yo
traté de cantar con los otros pero no pude. Esa enorme emoción, aquel gran
entusiasmo, significaba simplemente la libertad, la victoria".
A la mañana siguiente llegaron
hasta el Hôtel Meurice en la vía Rívoli, donde estaba situado el cuartel
general del gobernador alemán Dietrich Von
Choltitz. El general nazi había recibido órdenes claras de Hitler: “Es
preciso que París no caiga en manos del enemigo, si no es convertido en un
montón de ruinas”. Tres soldados españoles le exigieron la rendición. Ante las
protestas del general por tener que rendirse a un soldado sin graduación, el
extremeño Antonio Gutiérrez le
contestó: “Soy español”. Pero… ¿quiénes formaban ese minúsculo grupo de
españoles que se había anticipado en dos días al resto del Ejército de la
Francia Libre y había ignorado las intenciones de los Aliados de pasar de largo
sin tomar París? La Novena Compañía de
la Segunda División Blindada del general Leclerc, más conocida por su
nombre en español: La Nueve, era un
batallón de choque que siempre combatía en primera línea.
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Soldados de La Nueve acompañan a Von Choltiz detenido |
Tras el avance alemán sobre
Francia y el desastre de Dunkerque al principio de la guerra, la mayor parte de
los republicanos españoles que no habían sido apresados por los nazis fueron
acuartelados en los centros de instrucción de la Legión Extranjera en el norte
de África. Descontentos con la Francia de Vichy, colaboracionista con
el enemigo, muchos de ellos atravesaron el desierto del Sáhara y las selvas
ecuatoriales hasta llegar a Libreville para unirse a las fuerzas del Corps
Franc d’Afrique de la Francia Libre comandadas por el General De Gaulle.
Combatieron a los franceses
colaboracionistas de Petain en
Siria, a los italianos de Mussolini
en Sudán y a las tropas del Afrika Korps
del General Rommel en los desiertos
de Libia y Egipto, participando en las batallas
de Bir Hacheim o El-Alamein y tomaron el puerto de Bizerta en Túnez.
En mayo de 1943, al finalizar la
campaña en el norte de África, las diferentes unidades de las fuerzas combatientes francesas se unieron
en la 2ª División Légère Française Libre
que no estaba dispuesta a ser una comparsa como querían los Aliados, sino a participar
de forma activa en la liberación de su país. Casi dos mil voluntarios españoles
acudieron a la llamada de De Gaulle a combatir al fascismo, buena parte de
ellos estaban enrolados en la 9ª Compañía de Marcha del Chad.
Pese a su mala fama de soldados
rebeldes y las suspicacias que levantaban sus fuertes ideales de izquierdas,
los republicanos españoles se ganaron pronto la confianza de sus mandos. Con
experiencia en combate durante la Guerra Civil, mantuvieron algunos de sus
principios: elegían a sus propios jefes de sección y arreglaban de forma
interna sus problemas disciplinarios. Cuando Leclerc le encargó a Raymond Dronne el mando de la Nueve le
advirtió que se trataba de una compañía especial: “esos hombres dan miedo a
todo el mundo, pero son buenos soldados”. La hija de Dronne afirmó: “Los
soldados españoles eran los preferidos de mi padre. No eran soldados fáciles de
dirigir, querían tener al frente a un
oficial que se los mereciera. Capitanearles era un honor”. El idioma oficial
era el castellano, en sus uniformes lucían la bandera tricolor republicana y,
siguiendo la costumbre francesa de bautizar todos los vehículos, pintaron en
los suyos los nombres de las batallas en las que habían combatido en España.
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Raymond Dronne, capitán al mando de La Nueve con su segundo: el teniente Amado Granell |
La compañía se formó en Didjelli (Argelia) desde donde se trasladaron a Marruecos. En Casablanca fueron equipados con material
americano para combatir como infantería mecanizada con unos medios muy
diferentes a los que estaban
acostumbrados en la infantería tradicional. Tras un periodo de formación para adaptarse a
sus nuevos vehículos, partieron hacia la zona de Pocklington en el norte de Inglaterra. En agosto de 1944 cruzaron
el Canal de La Mancha. Tras varios días de espera, el día 4 desembarcaron en
las playas de Normandía cantando “La
cucaracha” por la lentitud de la operación.
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La Nueve fotografiada en Pocklington |
Su primera misión en terreno
francés fue apoyar a los estadounidenses en su intento de frenar los contraataques
enemigos. Su bautismo de fuego se produjo el 14 de agosto en Ecouché, el pueblo fue tomado tras
varios días de combates en los que sufrieron las primeras bajas. Pese
a su inferioridad numérica un golpe de mano les permitió capturar a 130
soldados enemigos y a un coronel.
Los mandos aliados habían dado instrucciones de rodear la
capital francesa. No querían hacer frente a la logística que representaba abastecer
a una ciudad de cinco millones de habitantes, ni tampoco fortalecer el papel de
los franceses en la guerra, al menos hasta que De Gaulle no se impusiera al
liderazgo comunista de la Resistencia. Sin embargo en París no estaban
dispuestos a esperar y el Partido
Comunista francés convocó una huelga general. Tras la toma del Ayuntamiento
solicitaron la ayuda de las tropas del general Leclerc, que dio la orden a sus secciones
de carros de combate de avanzar sin consultar
al mando aliado. Faltaban doscientos kilómetros por la carretera nacional 20 hasta
su objetivo que iban a cubrir sin apoyo aéreo. La Nueve iba en cabeza.
Después de vencer los primeros focos de resistencia en Longjumeau continuaron hasta Antony y Fresnes donde tuvieron
que superar las defensas alemanas. A
poco más de veinte kilómetros de su objetivo, cuando la ruta parecía abierta, el capitán Dronne recibió de forma
inesperada la orden de detener su avance y replegarse hacia al sur de la
Croix-de-Berny. Aunque desobedeció la primera vez, tras dos nuevas
confirmaciones, se vio obligado a acatar una orden que no compartía. El general
Leclerc se dirigió entonces hacia donde se habían detenido para decirle a
Dronne que las órdenes absurdas no deben obedecerse y avanzara hacia París con
la mayor rapidez posible.
El resto es ya historia, una
historia silenciada. Cuando dos días después de la liberación se produjo en
París el desfile de la victoria, los vehículos con nombres españoles tuvieron
un lugar destacado en la celebración en los Campos Elíseos, donde los soldados
republicanos desfilaron con todos los honores, a pesar de que el general
estadounidense Gerow había vetado su
presencia por desobedecer las órdenes del alto mando aliado.
Más tarde Francia se
olvidó de ellos. A De Gaulle y al chovinismo francés no les interesaba
reconocer el mérito y la heroicidad de los españoles. Cuando el diario Libération publicó en portada la foto
del encuentro del teniente de la Nueve con el jefe de la Resistencia, se olvidó
de que se llamaba Amado Granell y era español.
Durante décadas la gesta de La
Nueve durmió en el cajón del olvido hasta que una periodista española, Evelyn Mesquida, rastreó la maravillosa
historia de los españoles que liberaron París y, con la ayuda de la entonces
concejal de París Anne Hidalgo, una
gaditana hija de republicanos, consiguió que se reconociera a nuestros héroes
en el año 2004. Sesenta años después se inauguró una placa que reza: “A los
republicanos españoles, principal componente de la columna Dronne”. El alcalde
de París Bertrand Delanoë recordó en
su breve discurso de homenaje: “Si hoy Europa construye su democracia en
libertad se lo debemos a quienes en su momento supieron resistir”.
Pero la gloria de la Nueve no
acaba con la liberación de París y su gesta merece otro artículo de este blog.