En
una entrada anterior, relataba un episodio de la Guerra Civil en el que varios
grupos de cazas de la aviación legionaria italiana derribaron a los dos últimos
Potez de la Escuadrilla Malraux. Profundizando en el tema descubrí que, aunque
la aviación nacional tuvo una clara superioridad en ese lance, los bombarderos republicanos
no volaban solos. Les acompañaban tres cazas Polikarpov de fabricación
soviética.
En
el bando republicano, los nombres de las aeronaves fueron “traducidos” al habla
popular. Así, los Polikarpov I-15 se conocieron como “chatos”, mientras a los
del modelo I-16 se llamaron “moscas” o sus mayores enemigos, con los que se
enfrentaron en el cielo de Motril el 10 de febrero de 1.937, los italianos
FiatC32 eran conocidos como “chirris”.
Los
primeros chatos llegaron a España en octubre del 36 y sólo un mes más tarde
entraron en combate en Madrid, derribando a un Junker alemán que bombardeaba la
capital. Mientras el bando nacional recibió desde el primer momento una
importante ayuda por parte de la aviación alemana e italiana, clave para el
triunfo del golpe de estado (sin la cual no habría sido posible el traslado de
tropas legionarias procedentes del Norte de África y por tanto el éxito de la
sublevación), el boicot internacional de las democracias europeas impidió a la
República abastecerse de medios militares. Sólo la Unión Soviética le ofreció
ayuda.
En
enero de 1.937, cuando la presión de los nacionales sobre Málaga era
angustiosa, mandaron varios chatos a defenderla. La patrulla estaba comandada
por Kovalesky, conocido cono Casimiro, que murió en combate el 1 de febrero.
Pocos días más tarde, todos los cazas habían sido abatidos y el ejército
franquista dominaba sin oposición el cielo y el mar y tenía la ciudad a su
merced. Sir Peter Chalmers Mitchell lo describe así en su obra Mi casa en Málaga:
“Por otra parte, el mal
tiempo nos trajo la paz y el cese de los bombardeos. Pero era nuestra última
paz. A partir del día en que el tiempo mejoró, los ataques aéreos y las alarmas
se volvieron constantes. Hubo una lucha. Un grupo de trimotores volaba dando
vueltas, cuando de repente, desde el mar subieron rápidamente dos aviones y
luego bajaron en picado hacia los bombarderos, desapareciendo en el cielo hacia
el noroeste. Las ametralladoras repiquetearon y
pudimos oír el ruido de explosiones. Después oímos que dos aviones rusos
habían luchado con los bombarderos derribando uno de ellos, pero sólo uno de
los cazas volvió y un hombre que se hospedaba en el Hotel Caleta Palace me
contó que, durante toda la noche, estuvieron llorando dos camaradas del piloto
que había muerto. Esa fue la última defensa aérea, porque el otro avión tuvo
que ser retirado y, a partir de aquel momento, los aviones alemanes e italianos
volaron sobre Málaga, a veces en formación y otras de forma aislada. El enemigo
tenía el dominio del aire, del mar y de las montañas que rodeaban la ciudad”
Málaga
cayó en las primeras horas del domingo 8, pero la desbandada se había iniciado
un par de días antes. Durante más de un centenar de kilómetros a lo largo de la
carretera hacia Almería, las decenas de miles de personas que huían fueron
bombardeadas y ametralladas sin piedad por la marina y la aviación enemiga sin
que nadie viniera en su defensa. No fue hasta el día 11 cuando aparecieron cerca
de Motril las primeras aeronaves republicanas: los dos últimos bombarderos
Potez de la escuadrilla de Malraux venían acompañados de tres chatos y trataron
de frenar el avance de las tropas italianas que acosaban a los últimos
rezagados. Muchos habían sido ya atrapados en la carretera. Los que tuvieron
más suerte se vieron obligados a regresar a Málaga y otros fueron fusilados al
instante.
Los
cinco aviones republicanos, inferiores en número, acabaron derribados, pero les
dieron un respiro a los fugitivos que huían. Los Polikarpov, con base en el
aeródromo de Tabernas, pertenecían a la escuadrilla que estaba al mando de otro
ruso: Osadchy.
Chato abatido el 11 de Febrero de 1.937 |
La República recibió 186 unidades de Polikarpov desde Rusia y, a partir de agosto
de 1.937 y hasta el final de la guerra, se fabricaron en España un total de 237
“chatos”´. Al principio todos los pilotos eran soviéticos, pero poco a poco de fueron
incorporando de otras nacionalidades. En
febrero de 1.937 había 4 unidades, la tercera y la cuarta estaban al mando de
los comandantes Lacalle y Santamaría y formadas mayoritariamente por pilotos
españoles. En la mayoría de las fotografías posan orgullosos. Algunos tenían
escasa formación y pocas horas de vuelo, lo cual no les impidió que, pese a las
muchas bajas, defendieran el cielo frente a un enemigo superior.
En
la mañana del 11 de febrero de 1.937 la carretera que se alejaba de Motril
estaba repleta. Durante varios días el cielo sólo había traído muerte, pero,
cuando por fin aparecieron por levante las siluetas de los aviones, una brizna
de esperanza inundó los corazones de los que huían.
Paul Nothomb, ametrallador del último Potez, recuperándose de las herdias |
En
recuerdo de los hombres que lucharon en el aire y de todas las víctimas que el
fascismo dejó en la carretera.
Quiero
agradecer a Fernando la información que me permitió corregir un pequeño error
en una entrada anterior y que me ha ayudado con sus detalles a visualizar a
esos aviadores para una escena de la novela. De paso recomiendo su blog
dormidasenelcajondelolvido by José María Velasco is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.
Buenos días Jose María. Ha sido una enorme satisfacción encontrar tu blog. Estoy terminando un pequeño cuaderno sobre los restos materiales del frente sur de Granada entre Castell de Ferro y Motril y las imágenes del Policarpov derribado así como el del Potez cayendo sobre Castell de Ferro son muy interesantes. ¿Podrías indicarme la fuente para citarla? Muchas gracias y enhorabuena por el blog.
ResponderEliminarFernando: Disculpa el retraso en la respuesta. Las fotos aparecen en una revista francesa de 2006: Airprofils Nº 2. Polikarpov I-15 Le Guerrier au nez camus ISBN: 2915205086 de J.Fernandez, P.Laureau, J.A.Cerda, J.Falco Editions TMA. Aprovecho para pedir disculpas por no haber citado la fuente
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