El pasado 23 de Septiembre publicaba en este blog un artículo titulado ¿Otra novela sobre la guerra civil? En él escribía, al inicio de la investigación histórica para mi novela, “hoy empieza un viaje que no sé a dónde me llevará, ni cuánto tiempo durará, pero en el que estoy seguro que disfrutaré de muchas sorpresas”.
La primera etapa de ese camino está a punto de terminar. Después de leer más de un centenar de libros y de haber consultado una enorme cantidad de ejemplares de diarios y revistas, que abarcan un periodo de ciento cincuenta años de nuestro país, conozco con cierto detalle el paisaje histórico en el que se desarrollará la novela. Pero la aventura me ha llevado por recodos insospechados, gracias a la ayuda de personas, que eran desconocidas hace sólo unos meses y sin las cuales, no hubiera podido descifrar parte de la historia. He ido encontrando, a través de diferentes archivos, documentos muy valiosos que narran detalles importantes de la crónica de mi familia. Han sido ahí donde aparecieron las mayores sorpresas.
El expediente militar de mi tatarabuelo Antonio me ha explicado muchos aspectos de la vida de aquel teniente cuarentón que volvió de luchar en Cuba, momento que marca el inicio cronológico de la trama. Hoy sabemos, además, que su carrera militar había empezado mucho tiempo antes, alistándose como soldado en la tercera guerra carlista y que, treinta años después, su trabajado ascenso por los grados más humildes del escalafón del ejército, le llevó a participar en cruentas batallas y en dos guerras y le permitió regresar a su pueblo con una cierta posición. El certificado de defunción de mi tío abuelo Paco, que disfraza su fusilamiento, frente a las tapias del cementerio de Granada, bajo la fría causa de “por arma de fuego”, habla con sus silencios de aquellos meses de verano y otoño del 36 en los que la locura destrozó tantas vidas. La auditoria de guerra que siguieron contra mi abuelo José al final de la contienda, me ha explicado detalles desconocidos que ocurrieron durante el conflicto. La separación, la huida, la lenta agonía hacia la derrota, aunque ha sido incapaz de arrojar luz sobre los claroscuros de este personaje ambiguo. El sumario que siguieron contra mi abuela María me ha explicado detalles trágicos de su vida. Aquella mujer que ayudó a los huidos a la sierra después de la guerra civil, tuvo una relación más intensa con esa lucha de la que imaginábamos. Su detención y su ingreso en la prisión fueron de un enorme dramatismo. Su expediente penitenciario me ha permitido conocer sus días dentro de las cárceles franquistas, la larga espera para conseguir el indulto. Al leer esos documentos por primera vez (los he releído luego decenas de veces durante este tiempo) una enorme emoción me recorrió el cuerpo. Como ya he explicado otras veces en este blog, era como recibir una carta, enviada con décadas de retraso, que me contaba sus vidas. Confieso que en ocasiones no pude evitar las lágrimas, al tratar de imaginar la dureza de las situaciones a las que se enfrentaron y que se pueden entrever bajo las líneas de los documentos oficiales.
Las entrevistas con diferentes miembros de mi familia me han ratificado detalles que ya conocía y otros completamente novedosos y, sobre todo, me han ayudado a conocer mejor a los personajes y a admirar aún más a las personas reales que sufrieron aquellos hechos. Fueron pequeñas personas que se vieron obligadas a enfrentarse a acontecimientos muy grandes para los un hombre o una mujer nunca pueden estar preparados y trataron de afrontarlos con la mayor dignidad posible.
Hoy que conozco mejor la historia de mi familia me siento aún más orgulloso de ser un “mitailla”, el apodo con el que nos conocen en el pueblo granadino de Churriana. Ahora que estoy cerrando esa investigación, que ocupa ya casi cuatrocientas páginas, releo, diez meses más tarde, lo que escribía en septiembre y me alegra reconocer que las sorpresas han sido muchas y muy grandes y que he disfrutado mucho más de lo que podía imaginar. Desconozco cuantas etapas le quedan a mi viaje, que me temo que va a ser más largo de lo que pensaba al principio (sobre todo ahora que finalizo mi año sabático y comienzo de nuevo a trabajar en el mundo del software), pero estoy seguro de que mientras continúe en el camino seguiré disfrutando.
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