Cuando el miércoles de la
semana pasada llegué a la plaza del pueblo de Elgeta, bien pasadas las cinco de
la tarde, estaba desnortado de hambre. Después del madrugón para tomar el vuelo
y tres visitas comerciales en Bilbao, Vitoria y Bergara, el bocadillo de
tortilla, que tuvo a bien hacerme la dueña del bar cuando ya estaba a punto de
cerrar, me supo a gloria. “Los huevos son
de caserío. Cada vez que viene la inspectora de sanidad amenaza con multarme,
pero yo le contesto que a mí esos huevos me ofrecen mucho más confianza y
tienen mucha más calidad y frescura que los que venden en cualquier
supermercado” me dijo la mujer.
Elgeta. Pirala, Ángel. El
Estandarte Real, revista político-militar ilustrada. Edición correspondiente a
Abril de 1892. Autografiado.
Mientras saboreaba la
textura esponjosa de la tortilla iba mirando los viejos grabados de las guerras
carlistas en la pantalla de mi ordenador. Como era el único cliente –“y el
último de hoy”-, la señora estaba atenta a lo que hacía. Al poco rato giré la pantalla
y le pregunté si sabía dónde estaba el puente que aparecía en el dibujo. Le
expliqué que mi tatarabuelo había luchado allí en una batalla y ella de seguida
comenzó a hablarme de los Intxortas, el intento de las tropas republicanas para
frenar el avance franquista, pero yo estaba allí siguiendo el rastro de un
enfrentamiento más antiguo, que se produjo el 13 de febrero de 1876.
Ejército de la
izquierda - Acción de Elgeta, librada el 13 del actual. JL Pellicer.
La
Ilustración española y Americana Edición 29 Febrero 1876
A principios de ese año la
suerte de la Tercera Guerra Carlista ya estaba echada. El fin de las
operaciones en Cataluña había dejado un único frente y los carlistas, con la
moral por los suelos después de las últimas derrotas, contaban con menos
recursos y hombres. La caída de la Primera República y la restauración de la
monarquía, en la persona de Alfonso XII, había producido que algunos de los
hombres que habían comenzado combatiendo por su sentimiento antirepublicano y
profundamente monárquico, cambiaran de bando o, simplemente, abandonaran las
armas y regresaran a su casa.
Batalla de Elgeta. 13
Febrero de 1876. Historia contemporánea, anales desde 1843 hasta la conclusión
de la última Guerra Civil.
Autor del libro, Antonio Pirala. Leyenda. Escala
1.100000.
A principios de febrero las
nevadas duraron varios días y los caminos quedaron impracticables, lo cual
obligó a detener las operaciones militares. Mientras el general Loma había
avanzado por el interior, Morriones lo había hecho por la costa, tomando
Bermeo, Lekeitio, Guetaria y Zarautz con el objetivo de alcanzar San Sebastián
y levantar el cerco que pesaba sobre la capital donostiarra. Pero antes había
que controlar el valle del río Deva y eso pasaba por conquistar el puerto de
Elgeta, donde esperaban doce batallones carlistas al mando de Carasa.
Elgeta. Vista tomada desde
el camino antiguo de Bergara. JL Pellicer. La Ilustración española y Americana
Edición 29 Febrero 1876
A lo largo de este blog, he
explicado con detalle las batallas de San Pedro de Abanto y Monte Muro, dos
colinas que los liberales trataron de tomar y se convirtieron en dolorosas
derrotas, en las que tomó parte mi tatarabuelo Antonio López, que sufrió toda
la intensidad de la lucha. Dos años más tarde la situación iba a ser muy
diferente. Los carlistas se retiraron, pero esta vez sus unidades comenzaron a
desintegrarse ante la deserción de parte de las tropas y la falta de mandos que
pudieran controlar la situación. Tras la toma de Elgeta, el ejército liberal
entró en los pueblos de Ermua y Plasencia. En los días siguientes levantaron el
sitio de San Sebastián, conquistaron por fin la capital del carlismo: Estella
y, tras entrar en Pamplona y Tolosa, alcanzaron la frontera francesa por la que
el pretendiente don Carlos se marchó al exilio para, pese a prometer lo
contrario, no volver nunca más.
Batalla de Elgeta. 13 de
febrero de 1876. Cuerpo de E[stado] M[ayor] del Ejército.
Atlas topográfico de
la narración militar de la guerra carlista de 1869 a 1876.
Acción de Elgeta reventó
una granada debajo de su caballo destrozándole el vientre y dejándole muerto,
quedando ileso el jinete. Alaminos, J. Historia contemporánea segunda parte de
la Guerra Civil
Tras la batalla de Elgeta, el
expediente militar de mi tatarabuelo Antonio López indica que participó en las
operaciones de Tolosa y luego permaneció en Guipúzcoa hasta el final de la
campaña. Más tarde pasó a
Vitoria y se acantonó en Haro, donde fue licenciado al final de la guerra de
forma ilimitada y se le abonó un año de servicio que extinguía su empeño, mitad
en activo, mitad en la reserva. En esa situación pasó el año 1.877, en el que
terminó sus obligaciones como soldado e inició su trabajada ascensión como
oficial.
La ilustración Española y
Americana en su edición del 22 de febrero de 1876 describe la situación del
país: “Entre tanto por toda la península
se alza un alegre clamor, repican las campanas, se preparan festejos, resuenan
músicas y canciones populares, se recompone el telégrafo, ya no nos separa de
Europa una muralla de fusiles, el país respira con ansia la atmosfera tranquila
de la paz”, pero no todo eran alegrías:
“Siempre han sido las guerras civiles la calamidad más temible para un pueblo:
son guerras en las que la patria jamás alcanza la gloria, por ser sus hijos a la
vez vencedores y vencidos: al furor de la lucha colectiva se añade el de las
venganzas y los odios personales”.
Elgeta (Gipuzkoa) - Hospital
de sangre después de la batalla del 13 de febrero. . JL Pellicer.
La
Ilustración española y Americana Edición 22 Marzo 1876
La calamidad volvería
décadas más tarde y nuevamente las boinas rojas de los carlistas aparecerían
por Elgeta. Ésta vez no formaban parte de los defensores, sino de las tropas de
Franco que, en clara superioridad y en proporción de 4 a 1, trataban de tomar
el puerto para tener el paso libre hacia el resto de los territorios vascos. La
resistencia de los batallones nacionalistas, comunistas, anarquistas y
socialistas, que defendían a la desesperada la montaña, fue feroz y sea largó
durante varios meses, pero finalmente tuvieron que ceder ante un enemigo muy
superior en número, pero ésa es otra historia.
Una historia que los vecinos
del pueblo no quieren que se duerma en el cajón del olvido y, por ello, desde
hace un par de años recrean aquel enfrentamiento. Con el hambre ya saciada,
recorro las trincheras que han quedado de la última recreación que, según me había
contado la dueña del bar, se celebró apenas unos días antes. Y en medio de
aquellas hermosas montañas, llenas de bosques, trató de imaginar cómo mi
tatarabuelo y, años más tarde los defensores republicanos, vivieron su
enfrentamiento contra los carlistas desde dos perspectivas diferentes y admiro
la hermosa loma de la colina cubierta por el verdor de la hierba.
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Mi tatarabuelo Justo Fernandez San Juan,(1855-1922) fue condecorado con tres cruces de plata en la tercera guerra Carlista. En el año 1896 es destinado a Cuba, como oficial tercero de Administración Militar,la orden de repatriación es del 18 de enero del 1899.
ResponderEliminarLos dos tatarabuelos durante unos años vivieron las mismas vivencias!!! casualidades de la vida
gracias
En este blog podrás encontrar bastantes artículos sobre la tercera guerra carlista y la de Cuba. Uno de ellos habla del regreso de Cuba el 10 de enero de 1899, otro del duro papel que tuvo que realizar el cuerpo de administración militar en Cuba
Eliminarmuchas gracias!!
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