Cuando inicié este blog, hace de
eso ya mas de ocho años, imaginaba una metáfora: la del naufrago que arroja una
botella al océano de internet, sin saber a quién le llegará. Lo que nunca pude
imaginar eran las respuestas que he ido recibiendo en todo ese tiempo.
Hace unos años me encontró mi tío
Pepe y pude conocer su maravillosa historia, hasta ese momento totalmente
desconocida por mí: http://bit.ly/29Dz44P
Un antiguo vecino del barrio de mi infancia al que tampoco
había conocido, me ayudó a encontrar una fotografía que andaba buscando: http://bit.ly/1fFUwoL
Compañeros en el viaje de la
memoria han ido enriqueciendo con sus precisiones algunas narraciones. No
importaba si sucedían en plena batalla contra los carlistas, en un barco de
regreso de Cuba o durante la Guerra Civil.
Otros me animaban en sus correos
a seguir contando historias y me pedían ayuda para poder encontrar las pistas
adecuadas que les llevara a documentar las de sus familias, en muchos casos muy
parecidas a las que me gusta contar.
Incluso he recibido mensajes de
lectores desconocidos que, desde la otra punta del mundo, me confesaban que
llevaban años leyéndome porque les emocionaba como propios algunos de los
hechos que contaba.
Hace unos meses, recibí un email
de Katya Anderson. Me escribía desde
Seattle para contarme que quería traducir algunas de mis historias al inglés. Su
idea me pareció maravillosa: quería que estuvieran a disposición de las
personas que quisieran leerlas en esa lengua. Katya me confesaba que también
era aspirante a novelista y le interesaban sobre todo las historias de aviación
porque en su ciudad estaba la fábrica de Boeing donde se construyeron muchos
aviones que lucharon durante la Segunda Guerra Mundial. Esa pasión le llevó a
interesarse para una novela corta por la historia de los pilotos voluntarios
norteamericanos que lucharon por la República Española.
Para mí es un honor poder traer
aquí sus traducciones. Con todo mi agradecimiento.
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