11 de febrero de 1.937. Ya no quedan refugiados
republicanos en Motril. A las siete de la mañana del día anterior se dictó la
orden de evacuación que rápidamente corrió de boca en boca por todo el pueblo.
Las primeras tropas italianas entraron en sus calles por la tarde y los
rezagados tratan de alejarse cuanto pueden. Apenas a veinte kilómetros, a la altura
de Castell del Ferro ven por fin los primeros aviones republicanos, que
bombardean al enemigo para frenar su avance y, después de girar, enfilan la
costa hacia el este. Los monoplanos vuelan a baja altura. En la punta destaca
la tronera acristalada donde va instalada una de sus tres ametralladoras.
Son los dos últimos Potez540
de la Escuadrilla España, formada por el escritor francés André Malraux al poco
de iniciarse la guerra. El resto ya han caído en combate. Tienen mala fama y
les llaman los ataúdes volantes. Carecen de visores de bombardeo y eso les
obliga a volar bajo para identificar el terreno, lo cual les hace más
vulnerables ante el fuego antiaéreo y que sus motores, al no alcanzar la altura
de navegación adecuada, pierdan velocidad.
Bombardero monoplano Potez540 |
La falta de entrenamiento de
los ocupantes no les permite pilotar y usar la ametralladora al mismo tiempo. Eso
ha obligado a que las dotaciones sean de siete personas, en lugar de los cuatro
habituales y el sobrepeso también castiga los motores. Los aparatos van
abarrotados, de forma que cualquier proyectil que alcance el fuselaje tiene
muchas probabilidades de herir a alguno de sus tripulantes. La mayoría han sido
licenciados por indisciplina. Eran mercenarios que acudieron a la guerra sólo
por dinero, muchos de ellos pilotos comerciales sin experiencia militar, Otros
en cambio ya habían participado en varias conflictos armados. En la escuadrilla
ya sólo quedan los idealistas, los que han venido a España a combatir contra el
fascismo.
A los Potez se les identifica
por una enorme letra que llevan en la cola. Los dos que quedan tienen la
matricula P y B. El del primero es
un francés llamado Guy Santés. El copiloto es un holandés, nacido en Malasia,
Jan Frederikus Stolk, al que llaman Reyes. El bombardero es un comunista belga:
Paul Nothomb al que conocen por Paul Barnier. El artillero es otro francés René
Deverts. De esa nacionalidad son también los mecánicos Maurice Thomás, el
artillero Marcel Bergeron y ametrallador de cola Golloni.
Cuando tratan de ganar altura
para dirigirse a su base de Tabernas aparecen del mar, de forma inesperada, una
escuadra de biplanos. Vienen del sur y en la cola tienen un aspa negra sobre el
fondo blanco. Son los Fiats CR32, conocidos como "chirris", y forman parte de la 4ª Squadriglia Legionaria italiana al
mando del teniente Mantelli. Nunca quedará claro su número, pero están en
superioridad. Los cazas italianos son muy maniobrables y resistentes en el
combate frente a la complejidad mecánica de los monoplanos como los Potez.
Caza biplano Fiat CR32 |
Nada
más aparecer en el cielo los Fiats comienzan a disparar. La
ráfaga impacta en la parte delantera del bombardero y detiene el motor derecho.
El izquierdo comienza a arder. Dos de los diez proyectiles alcanzan a sus
ocupantes. El piloto es herido en el antebrazo derecho y el copiloto, que trata
de apagar el incendio, cae malherido rodeado por la manguera. Una bala hiere en
la pantorrilla a Galloni, el ametrallador de cola y el mecánico Maurice Thomas va
hacia su puesto.
El Potez visto desde el Fiat junto a la costa de Motril. La fotografía aparece en la página 36 de Fiat CR.32 Aces of the Spanish Civil War, publicado en 2010 por la Ed. Osprey ISBN 978 1 84603 983 6 |
El Potez responde de
inmediato al fuego. Dos balas
alcanzan el tanque de gasolina del CR32 causando el recalentamiento,
obligándole a dejar el combate y aterrizar por las cercanías. Mantelli también
está herido en su brazo derecho. Mientras en el bombardero, Santés gobierna
el timón sólo con la mano izquierda y se esfuerza por ganar altura, pero la
gran superficie de bastidor le hace descender. El piloto se ve obligado a
escoger entre el mar y las montañas para regresar a Tabernas. Opta por el mar. Con
la velocidad reducida, el avión cae, rebota a trescientos metros de la orilla y
vuelca al borde del agua.
El resto de la escuadrilla
italiana se ceba con el otro monoplano que se defiende como puede. Se pierde en
el horizonte y finalmente cae derribado cerca de Dalías. Todos sus ocupantes
mueren. Del que ha aterrizado en la playa comienzan a salir sus ocupantes, los
que están bien sacan a los que no pueden hacerlo. El copiloto holandés está malherido
en el pecho. Paul Galloni no puede caminar, su pierna tiene muy mala pinta.
Deverts tiene la cabeza ensangrentada.
A pocos metros, la carretera
está llena de soldados, mujeres, niños y vehículos que huyen hacia Almería.
Thomas salta a un caballo y se aleja a toda velocidad en dirección a Almería. Una
hora más tarde vuelve acompañado de un médico canadiense, Norman Bethune, que
viene en una ambulancia negra. Suben a Deverts al estribo del vehículo que
tiene que abrirse paso a bocinazos entre miles de refugiados. Stolk moribundo
perderá la vida en pocas horas y a Galloni le tendrán que amputar la pierna.
Algunos hombres extraen el
combustible del avión y con él consiguen arrancar un camión abandonado.
Ha sido su última acción
para la escuadrilla. Nothomb un
comunista que se afilió al partido en el mismo momento en el que ingresó en la
Escuela Militar, regresará a Bélgica. La guerra ha acabado para él, pero sólo
de forma momentánea, porque en 1.943 será brutalmente torturado por los nazis hasta
obligarle a delatar a sus camaradas. Aguantó el tiempo suficiente para que
éstos pudieran ponerse a salvo. No obstante, fue expulsado del partido hasta
que, después de luchar por limpiar su memoria, fue rehabilitado. Años más
tarde, escribiría varios libros. En uno de ellos, El silencio del aviador,
recoge algunas de sus experiencias de combate en España. Su sobrina nieta
Amelie Nothomb es hoy una famosa escritora. Su tío murió en el año 2.006. En su
libro Malraux en España describió los sentimientos hacia sus compañeros: “un espíritu de compañerismo inaudito, un
extraordinario buen humor en todo momento, hasta el punto de que, al recordar
esas horas pasadas, no puedo dejar de pensar que vivimos uno de esos raros
instantes en que la fraternidad humana, eso tan a menudo adulterado, se
convierte en algo más que una palabra, que un eufemismo.'
Pese a su mala leyenda sobre
su vulnerabilidad, los Potez540 jugaron un papel esencial en los primeros meses
de la guerra frente a enemigos superiores. Fueron los únicos aviones
republicanos hasta la llegada de los refuerzos materiales soviéticos.
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